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NTRODUCCIÓN solemne, y que todos debíamos ceñir la espada. como los setenta valentí, simos de Israel. para defender el lecho de la Esposa» (DP 26o,262). Esta es en realidad la posición doctrinal de fray Diego. éste es el con, tenido principal de su predicación apostólica y éste es también, en una u otra f~rma, el tema constante. de sus escritos, que. sólo vienen a ser: o el débil eco de su predicación sagrada. o estímulos para la piedad sólida y tradicional, o aplicaciones de la ciencia cristíana a las circunstancias histó, ricas en que vivió. No queremos decir con esto que el ideal de nuestro santo•misionero haya sido, propiamente hablando, ser escritor, y mucho menos literato, ensayista al modo de los de su época, filósofo en pro o en contra de la «Ilustración». teólogo didáctico o autor místico. El ideal de fray Diego José de Cádiz fué ser misionero y sólo misionero ; y su actividad literaria, tan intensa y tan extensa, sólo fué prolongación de su actividad misionera. Misionando reco, rrió los caminos de España, y misionando también emborronó los millares y millares de ·cuartillas que suponen sus obras impresas o que suman sus escritos inéditos y la inmensa cor~espondencia, dispersa por todos los ám, hitos de nuestra Patria, en parte ya localizad~ y publi,ada y en parte todavía inédita y aun descémocida. Y au~que sus obras, impresas o inéditas, no son apenas sino :Un eco muy apagado de .su voz de trueno, de sus arranques de profeta, de su actiyidad de apóstol.' de su influjo de 'taumaturgo, al fi.n y al cabo son escritos de un santo, y de un santo que, como ningún otro hombre de su época, influyó poderosamente en el pueblo español, primero y sobre todo con su palabra hablada, pero rio poto también, indiscutiblemente, con su palabra escrita. · Justo es, por tanto, que no se desdeñe e!:te aspecto de la actividad de nuestro apóstol, áun cuando ésta no sea más que una prolongación -secun,_ daría si se quiere y no pretendida por él- de su actividad misionera. Sólo con hojear en esta Reseña bibliográfica los títu,los de las numerosas obras de nuestro Beato y las múltiples ediciones que ·algunas alcanzaron, se echará de ver con cuánta propiedad la Iglesia lo invoca como adornado con la cien, da de los santos. Y por 1o mismo, forzosamente hemos de hacer constar y lamentar que el saber teológico y la sólida cultura de •fray Diego, tan reconocidos y es, timados por los sabios de su época, no como exponente de la investigación científica personal, 'pero sí como resumen denso de· la Teología y como orientación certera de la moral católica, de la piedad cristiana y aun de la política nacional, no son ·generalmente conocidos ni estimados por las gene, raciones posteriores. Porque muchos habrá, aun entre los especializadqs en XIV

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