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426 ESWDIOS BÍBLrnos.-Serafín de Ausejo, O. F. M. Creemos, pues, que también en Jn. 1,14a tiene sarx idéntico sentido. En términos escolásticos podríamos decir que la sarx del v. 14a indica: in recto, la situación kenótica del Cristo-Logos, des– tinado a dar la vida al mundo por la muerte en cruz; in obli.quo, o como supuesto del cual se parte, la encarnación ya operada, en cuan– to que d Logos es Jesús-hombre, del cual Juego se demuestra que es Jesús-Cristo, Jesús-Hijo de Dios. 3) Aunque las herejías impugnadas por San Juan en sus Epís– tolas no enseñaron el docetismo propiamente tal, es claro que, al negar qui¡ Jesús, cuyo verdadero ser human.o admitían, fuera verda– dero Hijo de Dios o estuviera indisolublemente ligado a) CrisJo, ne– gaban radicalmente la encarnación. Para combatir tales doctrinas, podían seguirse dos caminos. Uno, el de demostrar que el ,Verbo (en el sentido de nuestra teología), el Hijo de Dios, asume la naturaleza humana, toma alma y cuerpo humanos reales y verdaderos. Partiet>..do del seno de la Trinidad, se desciende a demostrar la naturaleza humana de Jesús. El otro, sigue una trayectoria inversa: partiendo de Jesús reconocido como verdadero hombre, se asciendi= a demostrar que este hombre es tam– bién, por su naturaleza y persona divinas, Hijo real y verdadero de Dios. ,Por ambos caminos queda igualmente demostrada la encarna– ción. Nuestro razonar teológico sigue el primer camino, y por eso suele dar a la palabra «carn.e» de Jn. 1,14a un sentido m1:ramente antro– pológico, y hasta supone en su autor cierta tendencia antidoceta. Pero el apóstol San Juan, según se desprende de los textos de sus Epístolas antes analizados, y de la finalidad de su Evangelio (20,31), sigue el segundo camino: no ~rte de Dios para lfogar a Jesús en cuanto hombre, sino que parte del Jesús histórico para llegar a Dios, es decir, para demostrar que Jesús es realmen_te el Cris_to, el Hijo de Dios. Por eso, el tema de su Evangelio, al igual que el de toda la predicación apostólica {en líneas generales), será la persona de Jesús; su vida, su obra y su muerte; su resurrección gloriosa. Por lo tanto, el tema del Prólogo será igualmente presentarnos la persona de Jesús, el Logos-.Cristo, oído, visto, contemplado y palpa– do por sus discípulos (::L Jn. 1,lss.), del cual nos enseñará tres ver– dades fundamentales : la naturaleza divina de este Jesús-hombre, su humill¡ició:r.. con miras soteriológicas, su gloria a la diestra del Pa-

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