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EL CONCEPTO DE -<<CARNE)) APLICADO A CRISTO tender sustancialmente, según creemos, de la gloria de Cristo resu– citado, pregustada y¡¡. por Cristo en el Tabor, y vistas ambas por Juan, la carne entrañará, en fuerza de la antítesis, la situación con– traria a la doxa, es decir: no sólo el simple hecho de ser verdadero hombre, sino principalmente el haberlo sido de aquel modo humi– llante o ker.ótico, tan opuesto a la situación gloriosa de Cristo re– sucitado, que, en definitiva, es la situación que le correspondía, aun en este mundo, por su ser teándrico. Por consiguiente, la humilla~ ción indicada por la sar:r en su antítesis con do?:Jl consistirá mucho más en el modo de presentarse Jesús en el mundo, que en el hecho de que el Hijo de Dios se hiciera hombre. En otro lugar (18) he,mos procurado demostrar que ni San Pablo ni San Juan consideran la encarnación en sí, en su aspecto on.tológico, como algo más o menos humillante y kenótico para Dios; lo verdaderamen.te kenótico, según ellos, ftté el rnodo de la encarnación «post factunl)), o sea, la manera humilde en que Jesús vivió su vida terren;1 y, sobre todo, su des– tino hacia la muerte en la cruz. Síguese de todo esto que la idea de sarx en Jn. 1,14a, predicado de la frase cuyo sujeto es el Logos-'Cristo {y recuérdese que el Evan– gelista nunca parece delimitar ni agotar plenamente sus idea:s), no puede estar desligada de la idea de la cruz. Y por lo mismo, la mo– dalidad kenótica de la encarnación no está ¡i.usente, ni mucho menos, sino que es lo principal, en la frase «el ·Logos se hizo carne>!. En segundo lugar, otra razón, independiente de la primera, abo ga en favor de la significación kenótica de sar.x- en el Prólogo, e incluso la reviste de un matiz especial, propio y exclusivo de San Juan. Es sentir casi general de los comentadores que el Prólogo, una vez adaptado para introducción del IV Evangelio, guarda relación estrechísima, por los temas que toca, con todo el cuerpo del mismo. Ahora bien, en el cuerpo del IV Evangelio, solamente en el dis– curso del Pan de vida utiliza San Juan la pal;1bra sa,r.-c refiriéndose a 1Cristo. Y el sentido eucarístico-vivificante y sacrifical-redentor, o simplemente: el sentido kenótico-soteriológico, conforme ya hemos demostrado antes, es evidente en este discurso. contrario: fo ,que oculta la realidad divina de Jesús, la situadón kenótica de la que El se revistió oon miras a la redención. (18) Cf. S. DE AusEJo, art. cit. de ,ESTUDIOS BfBLicos, p. 238 s. y p. 006; XVI Semana, .. , p. '328 y 3{19.

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