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EL CONCEPTO DE «CARNE» APLICADO A CRISTO ---,------- y entre Cristo e Hijo de Dios es lo que negaban sus adversarios. Y esa identidad es lo que pretende demostrar San Juan. Por eso 1a :finalidad de su Evangelio será enseñarnos que Jesús es el Cristo, .el Hijo de Dios (Jn. 20,31). Por consiguiente, los dos acusativos regidos por el verbo -61-1011.0,e'iv, en las frases citadas de 1 J'n. 4,2 y 2 Jn. 7, no son 'h¡aoüv Xpta.:ov por un lado y el participio e11.r¡Au6ów: por otro. Los dos acusativos son 'lr¡aoüv (que viene a ser sujeto gramatical) y Xpta.:ov (predicado), suprimido el infi11itivo e1vm, como sucede casi siempre en la construcción hebrea. El participio iA.Y¡A.t>8ó.:a resulta así una simple aposición. La .traducción exacta de la frase sería, pues, la siguiente: Todo el que confiesa que Jesús ES Cristo, ve– nido en c.arne, es de Dios; porque han surgido muchos contradic– tores, que no confiesan que Jesús Es Cristo, venido en carne. Se da por sabido, y nadie lo negaba, que Jesús es hombre verdadero. Lo que se afirma es que ese Jesús, hombre real y verdadero, es también Cristo, es Hijo de Dios, aunque haya venido en «carne)) frágil, deleznable y caduca, es decir: en. kenosis. De esta forma, la. consonancia entre la finalidad del IV Evan.– gelio expresamente indicada por su autor (Jn. 20,31) y lo que estas frases de 1 y 2 Jn. afirman es perfecta. Es, precisamente, la ·doc– trina diame.tralmente opuesta, y expresada con frases claras y ter– minantes, de lo que afirmab¡m Cerinto y demás herejes judaizantes .a la época de San Juan. No habiendo, pues, en estos pasajes antidoceHsmo propiamente tal, no se ve ·por qué razón •estas frases, y particularmente la de haber venido Jesucristo «en carne», hayan de tomarse en sentido roer.amente antropológico de la encarnación «in :fieri». Más aún, esto es imposible, por razón de que, en ese supuesto, el sujeto grama tical que habría venido «en carne» es Jesucristo ; quien se habría h~cho 'hombrte es Jesús-1C;risto. A\hora bien, como perfec~mente refiere a la mesianidad, a la pre,existencia o a la naturaleza divina de jesús. Sin entrar de lleno ,en Ja cuestión, nosotros creeríamos que no puede referirse a la soJa mesianidad, por cuanto en la doct-rina de Juan los predicados Cristo e Hijo de Dios son <le por sí distintos. Tampoco puede referirse sólo al Crist-ó preexis– tente, porque en .toda la Epístola, fo mismo que en e1 Evangelio, se trata siem– pre del Cristo histórico (cf. 1 Jn. 1,1 ss.). Por consiguiente, aa mejor interpre– tación será la de entender. el predicado Hijo de Dios de la naturaleza divina que posee, indisolublemente unida a su naturaleza humana, la persona de Jesús.

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