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418 ESTUDIOS BÍBLICOs.-Serafín de Ausejo, O. F. M. Jesús no fuese el Cristo ni el Hijo de Dios (11). Por eso escribe Juan que el verdadero «anticristo» es qui negat quoniam I esus est Christus (l Jn. 2,22); omnis qui credit, qiwniam lesus est C!zristus, e:i- Deo natus est (l Jn. 5,1). Y en 1 Jn. 4,15 y 5,5, la fórmula es idéntica, con la sol¡1 diferencia de llevar como predicado «Filius Dei» en vez de <<Christus» (12). La identidad, pues, entre Jesús tiempo Cristo e Hijo de Dios, por cuy., causa, motivo o medio, había sido crea– do y regenerado el mundo. ,Para encontrar vestigios claros de docetismo, en el ,,entido corriente de la palabra, hay que llegar a Saturnilo, que lo enseñó, hacia el año 125, en Antioquía de Siria {cf. B. ILLoRCA, Historia de la Iglesia C(J}fólica, vol. I, Edad Antigua, Madrid, 1950, pp. 205-206). Pero para estas fechas ya circulaban, indudablemente, por las comunidades ,cristianas los escritos joánicos. Además, si Saturnilo puede ser clasificado entre los primitivos gnósticos judíocristianos que enseñaron el do– cetismo, quizá Cerinto, judíocristiano también, no deba figurar entre ellos o sus precursores doctrinales propiamente tales; era más bien un simple y vulgar he reje judaizante i(cf. G. BARDY, Cérinthe, en «Revue Biblique", 30 [1921]. pp. 34.4- 373). Si su doctrina no es la única determinante para que San Juan escribiera su Evangelio y sus Epístolas, sí parece haber s,ido una de las entrevistas por el Apóstol e impugnadas por él, corno lo atestigua San Ireneo. {ll) Es evidente que de la doctrina de Cerinto ·•y demás herejes combatidos por .San Juan en su I Epístola, se sigue que Jos tales negaban !a encarnación. Pero no en el sentido del docetismo, como si el Hijo de Dios hubiera asumido un cuerpo meramente aparente, sino en este otro sentido: no, había encarnación, porque el hombre real y verdadero que era Jesús no estaba unido indisoluble– mente con el Cristo, y mucho menos con el Hijo de Dios. Com,o, dice muy bi'en LLORCA (o. c., p. 205), lo que afirmaba Cerinto era que el Cristo, mediador entre Dios y el mundo, vino sobre Jesús en el bautismo, pero lo: abandonó poco antes de morir. Por ,eso San Juan, así en sus Epístolas como en su Evangelio, in– siste tanto en la fórmula de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. R. SCHNACKENBURG ,(Die J oha,nnesbriefe, Freiburg, 1953, pp. 17-18) opina que Cerinto apenas puede enumerarse entre .los herejes impugnados por Juan en sus Bpistolas. Pero, si no toda la doctrina de Cerinto está expresamente re.futada en las Epístolas joánicas, sí lo está en su parte más esencial, la cristología, cuando los pasajes que arriba explicamos se interpretan debidamente, como lo exigen de ,consuno el oantexto y la gramática. Y por las mismas razones creemos que Schnackenburg está en lo cierto cuando afirma (ibíd., p. 18) que el docetismo, en su sentido habitual, no puede identificarse con las herejías que el apóstol Juan combate. «Er [el docetismo] ist der Lehre (der Ebioniten und) Kerinths (Jesus blosser Mensch) gerade entgegeng,esetz,ll .En ,consecuencia, ni 1 Jn. ni el :Prólogo del IV Evangelio• llevan tendencia antidoceta ni deben interpretarse en tal sentido: «1 Joh. 4,2 (und Joh. 1,14) muss nicht in dieser Weise interpretiert werden" {ibíd., p. 19). (12) ScHNACKE!fBURG (o. c., p. 16) cree que, sólo a base de las fórmulas que ocurren en 1 Jn., no se puede determinar si el título de «Hijo de Dios" se

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