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621 EL PAPIRO BODMER II Y EL IV EVANGELIO 925 pecie de corriente subterránea que relaciona al Logos encarnado con la idea de «principio». Esta corriente se deriva de Gén 1, 1 y de Prov 8, 22 sobre todo vistos desde el punto de vista rabínico de la época del NT. Pablo la recoge y la desarrolla ampliamente en todo su himno cristológico de Col 1, 15-20 68 • Por el mismo cauce corren las deno– minaciones de «Principio» y de <:alfa y omega» dichas de Cristo con– forme aparecen en el Apocalipsis. ¿ Qué tendría de extraño que en– contráramos la misma corriente también en el IV Evangelio, sobre todo si ya circula, en cierto modo, entre las ideas del Prólogo? Mas tampoco se reducen estas alusiones a sólo el contexto lejano. Dentro del contexto inmediato, particularmente en la perícope de Jn 8, 21-30, hay alusiones expresas a la preexistencia de Cristo, la cual es también elemento esencial en la idea de Cristo como «Principio». Jesús es «de arriba», él no es «de este mundo», es el Padre quien le ha en.viado, habla al mundo lo que ha oído al Padre, cuando le den muerte conocerán que «yo soy», habla lo que el Padre le enseñó, no está solo porque el Padre que le envió está con él (cf. vv. 21-30). En este contexto de ideas no disuena la idea de Cristo-Principio, antes parece completarlas. Si la idea de resith tanto decfa a las mentes judías de la época de Jesús, precisamente por los textos viejotesta– mentarios que la traen, es natural que Jesús, en ese ir y venir del pensamiento expuesto por san Juan, se declarara también como el verdadero resith, como -~ ci.px -i1, como «el Principio». Cuando los fari– seos le preguntan: ¿Tú quién eres?, Jesús responderá claramente: Yo soy el Principio; lo mismo que a renglón seguido, y dentro de la mis– ma conversación, les dirá que algún día tendrán que reconocer «que yo soy» (alusión manifiesta a su exaltación como Kúptoc;, y quizás tam– bién a su divinidad, veladamente expresada en esa fórmula que podría aludir 69 al tetragrámaton inefable). Se me dirá, como se viene repitiendo ya desde Maldonado, que si Jesús quería presentarse ante sus contrincantes como «el Pr.inc:ipio», san Juan no hubiera escrito, en la contestación de Jesús, el acusativo 't'~v &.py.:f,,v, sino el nominativo 1¡ &.px_f¡. Desde luego, si tomamos como texto auténtico el. que nos ofre– cen las ediciones críticas del NT, apoyadas por toda la tradición ma– nuscrita, tal interpretación es dificilísima. Pero no estamos comentando esa frase según el texto tradicional, sino que estamos interpretando la 68 Cf. C. F. BURNEY, Christ. as the APXH of Creation (Prov. VIII, 22, Col. I, 15-18, Rev. III, 14), en «Journal of Theological Studies» 27 (1926) 160-177, particularmente en pp. 175-176. 69 Cf. a este propósito lo que sobre el pasaje joánico de Jesús en Getse– maní ha escrito S. BARTINA, «Yo soy Yahweh». Nota exegética a lo. 18, 4-8, en «Estudios Eclesiásticos» 32 (1958) 403-426. -- 19 --
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