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17 "RIOS DE AGUA VIVA" .177 hacia la verdadera devoción, hacia el verdadero culto del Corazón de Je– sús. Porque, efectivamente, quien habla en este discurso no es sólo el Hijo de Dios sin la carne, sino el complejo teándrico, el Dios-hombre. Y cuando invita al sediento para que se acerque a él, el término de este acercamiento es Jesús tal como concretamente existió en este mundo y existe en los cielos : con su amor divino, con su amor sobrenatural de caridad, con el amor humano de sus sentimientos y afectos, simbo– lizados, según la manera común de hablar entre los hombres, en su corazón. Por eso, aunque san Juan no desciende de la metafóra, nos da pie para que descendamos nosotros y pensemos en el corazón físi– co, de carne, que palpitaba en Jesús, considerándolo como índice o símbolo de los tres amores que constituyen la esencia de la devoción y del culto al Sagrado Corazón 31 • b) Las demás metáforas. - Todas las otras metáforas usadas por Jesús en este preciosísimo discursito giran en tomo a la idea de agua. La propiedad de esta metáfora se comprende mejor en Palesti– na, donde la pobreza de agua, a pesar de la época de las lluvias (02tu– bre-abril), convierte en estepa regiones entéras. La tiérra sediénta pi– de ardientemente el agua de la lluvia o de los manantiales, sin la cual la vegetación es allí imposible. El Evangelista manifiesta cierta predi– lección por esta metáfora cuando quiere indicar los bienes espiritua– les y el anhelo que los hombres deben sentir por ellos. En Ap 7, 17 es el Cordero el que guía a los escogidos a las fuentes de las aguas de la vida. Las aguas constituyen, pues, un feliz simbolismo para represen– tar la gracia, la gloria y la inhabitación del Espíritu Santo en las al– mas. Y nada importa que esta metáfora se encuentre igualmente en las literaturas egipcia y babilónica. También se encuentra en la bíbli– ca. Y el simbolismo es tan natural, que no es menester mendigado en fuentes literarias extrañas. La invitación de Cristo al sediento se repi– te también en el Ap 21, 6: "Al que tenga sed le daré gratis de la fuen– te del agua de la vida". Y el libro se cierra con la misma invitación: "El que tenga sed venga, y el que quiera tome gratis el agua de la vida" (22, 17). Las metáforas complementarias todas giran en tomo a la principal que es la del agua, pero determinando mejor su simbolismo. Jesús ha- 31. Estos tres amores de Jesús hacia los hombres son: el humano-sensible, el in• tuso y el divino: AAS, l. c., 343s.

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