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172 SERAFIN DE AUSEJO 12 2. SIGNIFICADO LITERAL DE ESTAS METÁFORAS DEL V. 38 Y EXÉGESIS DE LOS VV. 87-39. Comienza el Evangelista recordando las circunstancias de tiempo y lugar. Es la fiesta de los Tabernáculos que duraba del 15 al 21 del mes .de Tischrí, en el otoño. Cada mañana, durante los siete días, ba– jaba la muchedumbre a la piscina de Siloé, "donde el sacerdote ofi– ciante llenaba de agua una jarra de oro, para ir a derramarla en liba– ción ante el altar del Altísimo. A la ida y a la vuelta, cada devoto lle• vaba en la mano izquierda una fruta-limón o toronja ( éthrog)-y en la derecha una palma en medio de varitas d~ mirto y de mimbres ver– des (loulab). Los levitas cantaban el gran Hallél (Ps 112-117), el co– ro repetía el versículo de lsaías: Sacaréis con alegría el agua de las fuentes de la salud (Is 12,3). Y el pueblo medía el retornelo agitando vivamente el éthrog y el loulab, en señal de alegría y de triunfo. Aquello era, según los rabinos, un espectáculo inenarrable de gozo popular" 19 • _ El séptimo día tenninaba el rito de las libacíones. Pero las solem– nidades se clausuraban con la gran festividad del octavo día, guarda– do como el sábado, dedicado especialmente a implorar las lluvias abundantes del otoño. Si el séptimo día era el más solell1[le de la fies– ta litúrgica, el octavo (22 de Tischrí) era el solemnísimo según la cos– tumbre popular. En él se quitaban las tiendas o cabañas que durante los días anteriores habían servido de habitación; se cantaba igual– mente el Hallel y se celebraba una asamblea festiva especial dispues– ta en Lev 28,36 20 • Probablemente fue este octavo día, cuando Jesús, para explicar el verdadero sentido mesiánico de aquellas festividades-las de toda la semana y la de este día octavo-, tuvo este discurso, resumido por san 19. F. PRAT, Jesucristo: Su vida, su doctrina, su obra, tomo II (México, 1947) 50s. 20. Ci STRACK-BILLERBECK, Komm. zum NT aus Talmud u. Midrasch, vol. IJ (München, 1924) 808. Además de su significado histórico, estas fiestas tenlan también un significado mesiánico, que el IV Evangelio procura poner de relieve. Cf. H. RIE– SENFELD, Jésus transfiguré (Copenhague, 1947) 278s. Sin embargo, aunque es posi– ble que estas fiestas celebraran la entronización de Yahvéh, como quiere Riesenfeld, siguiendo a Mowinckel, no está demostrado, ni mucho menos. Cf. H. HAAG, Bibel– Lexikon (Einsiedeln, 1951) art. «Laubhüttenfest», p. 992, donde se lee un resumen bre– vísimo, pero muy exacto, de la cuestión.

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