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168 SERAFIN DE AUSEJO a tarse Is 58, 11, puesto que aquí habla también el profeta de todo el pueblo en conjunto, al que compara con un huerto regado en abun– dancia y al que nunca le faltarán las aguas; pero no dice de él que él rrúsmo sea manantial. Por consiguiente, hay que confesar que sólo la gran autoridad de los Padres, particularmente de los griegos, y lo natural que resultaría unir lo imperativos sp1,foijw y m-,z,;t.;, "venga a mí y beba", abonan la puntuación tradicional. Sin embargo, no son tan débiles las razones que reúne a su favor la puntuación efesina. Si los testimonios externos que la apoyan no igualan en cantidad a los de la otra, quizás le superen en calidad, pue5 to que son más primitivos y tienen su origen en aquel ambiente efe– sino en que se escribió el IV Evangelio. Además, cuadra mucho mejor al contexto y al carácter netamente bíblico de la cita antiguotestamen– taria, como luego veremos. Aun podríamos añadir con Bultmann 12 , que el ritmo de la frase exige también esta puntuación. Y por último, el contexto parece reclamarla, porque la explicación que de todo el pasa}e da el autor sagrado en el v. 39-que después examinaremos– cuadra mucho mejor a Cristo como manantial primero de aguas vi– vas que no al creyente, el cual no puede ser manantial inicial, sino só– lo recipiente secundario, aun cuando luego pueda éste comunicar a otros las aguas vivas que antes recibiera de Cristo. Ótro argumento más se nos ocurre, siempre en favor de la puntua– ción efesina. Es de carácter literario. En Ap 22, 17 hay dos frases que contienen una invitación totalmente paralela e idéntica, en las ideas y casi en las palabras, con la invitación que hace Jesús en el discurso que estamos estudiando. Ap 22,17 ó oi(j,iiív &pxfo0w, ó OD,wv Aci~é"cW üawp l;wr¡, owpECÍ'I. « El que tenga sed venga, El que quiera tome el agua de la vida gratis». 12. BULTMANN, o. c., 228, nota 6. Jn 7,37 ~d,1 't~<; ói4ql &px éo-0w 1tp ó, ¡.,.s « Si alguno tiene sed, venga a mí y beba el que cree en mí».