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394 SERAFÍN DE AUSEJO, O. F. M. CAP. dístico, todo esto: f) xó:pu; J(O:L 0:A.T)8Et<X füo: 'I r¡ooü XplO"t'OÜ EYÉVETO. Gachter lo conserva, porque sería, según él, la terminación del primitivo himno (132). Nosotros, guiados principalmente por la temática de los himnos, vemos que también este v. 17, además de su prosaísmo mani• fiesto, rompe la continuidad del pensamiento. La inclusión de persona– jes extraños en el tema principal de los himnos no es aceptable, puesto que no se da en ningún otro, que sepamos. Y si esto motivaba rechazar, poco ha, los versículos relativos al Bautista, a fortiori rechazaremos ahora lo de Moisés. Creemos, pues, que este v. 17 pertenece a la segunda redacción del Prólogo, pero no al himno primitivo a Cristo. Repasemos ahora los versículos que nosotros incluíamos en el himno primitivo. Nos referimos a los que podrían ¡Íparecer como algo dudosos. Ninguna dificultad de importancia se presenta en los vv. 1-5. El v. 9. - Suprimidos los vv. 6-8, el v. 9 puede relacionarse con el v. 5 o con el v. 10. El hecho de que ahora se le llame al Logos "la luz verdadera", ,:o cpl'>c; -ro ócAr¡8tvóv, dificulta la unión con el v. 5, puesto que O:fl.T)füvóv parece suponer el pensamiento del v. 8. Gachter considera, además, que la frase de estilo marcadamente judío ÉpxóµEvov Ele; -rov Kócrµov para indicar "todo hombre", da a Kócrµoc; un sentido que no es el típicamente joánico, como lo es, en cambio, el uso de Kócrµoc; en el v. 10. Y concluye que, si los vv. 6-8 son "secundarios", también el v. 9 podría serlo, formándose entonces una estrofa, cuya parte central se– rían los vv. 7-8, precedida y seguida de un trístico: el v. 6 y el v. 9 (133). Estas consideraciones nos parecen demasiado alambicadas. Por una parte, óc:>-.r¡8tvóc; es un calificativo que ocurre en San Juan más de veinte veces, pero muy pocas en todo el resto del N. T. Y en I Jn. 2, 8 se dice de la doctrina de Cristo, y aun de su persona misma, sin que en el con– texto haya alusión alguna al Bautista, que ya brilla "la luz verdadera". No vemos, pues, por qué el o:Ar¡8tv6v del v. 9 c haya de suponer, necesa– riamente, los vv. 6-8. Y en cuanto al uso de Kóoµoc;, en el mismo v. 10 hay matices diversos de esta palabra. Por consiguiente, retenemos este v. 9 como perteneciente al himno primitivo a Cristo. Con él y los versículos siguientes se forma una estrofa subalterna: el v. 9 enuncia la venida de Cristo al mundo, el v. 10 rea– firma su presencia en él, precisamente en ese mundo que fué creado por mediación de El, de Cristo, al que, sin embargo, no reconoció, como tam– poco lo reconocieron "los suyos" (v. 11). El v. 18. No vemos razón alguna de positivo valor para rechazar este v. 18 y, en cambio, sí las hay, a nuestro entender, y muy poderosas, para conservarlo en el himno primitivo. (132) GaCHTER, Strophen..., p. 108. (133) Ibid., pp. 105-106. [88]

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