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¡,_i,;s UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGü DE SAN JUAN? 393 resultaría mucho más completa y simétrica. El Logos no nació de la sangre, ni de la carne, ni por cooperación de varón; nació de Dios. Y afirmada en este versículo la encarnación, se explicaría todavía mejor por qué, a renglón seguido, la palabra cró:pf, entraña para San Juan un sentido soteriológico y kenótico. Tendríamos, pues, en esta segunda es– trofa fundamental tres verdades esencialísimas : la encarnación virginal, la idea sacrifica! y eucarística, y la vida humilde y escondida de Jesús entre los suyos. Es verdad que estas enseñanzas van incluídas ya en el v. 14 a-b, con– forme hemos explicado antes. Pero la encarnación, que en el v. 14 aab aparece más bien "in obliquo", estaría más explícitamente afirmada, "in recto", en el v. 13. Si la crítica textual lo permitiera, con gusto inclui– ríamos este v. 13, así entendida, en la estrofa central del v. l:.f a-b. El v. 15. Véase lo que de él hemos dicho en la discusión de los VV. 6-8. El v. 17. -A pesar del on inicial, es imposible unirlo al v. 16, ni éste al v. 15. Es verdad que en la última frase del v. 15 tenemos un on y que el v. 16 y el 17 comienzan por la misma partícula. Esto pare– cería indicar que los vv. 16 y 17 continúan reproduciendo las palabras pronunciadas por el Bautista. Pero esto es inexacto. El v. 16, por la trama del pensamiento, es continuación inmediata del v. 14, tanto si el on con que comienza es auténtico del himno primitivo (creemos que sí), como si no lo fuera. El v. 16 contiene, evidentemente, palabras del Evange– lista y no del Bautista. Y, además, forma parte del himno, como continua– ción inmediata del v. 14. El testimonio del Bautista termina, pues, con el v. 15. ¿ Qué pensar, entonces, del v. 17? Si es continuación del v. 15, habrá que rechazarlo por las mismas razones por las que rechazamos el 15. Y, además, sería incomprensible este constante romper la ilación del pensamiento, que pasaría del 14 al 16 y del 15 al 17. No puede, pues, tomarse el v. 17 como continuación de las palabras del Bautista reproducidas en el 15. Mas tampoco puede pertenecer al himno primitivo, por varias razones. Desde luego, es manifiesto el paralelismo antitético entre Moisés y Jesucristo. Pero, mientras a Moisés se le dedica un estico, prosaico como él solo, a Jesucristo se le conceden dos esticos. La forma poética del paralelismo ya no sale así muy bien parada: dos esticos contra uno. Además, no deja de chocar el nombre compuesto de 'lr¡aoO XptawO en una composición poética, aunque este uso quizás perteneciera ya a la prosa en la época del IV Evangelio. No resulta muy poético en un himno al Logos, en el que, ni antes ni después, se nombra a Jesucristo. Gachter retiene como auténtico todo el v. 17 y forma con él un dístico; pero vaya verso el que resultaría de leer seguido, como segunda parte de ese [87]

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