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a,ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN'I 385 Efectivamente, el parentesco entre el cap. I del Génesis y el prólogo del IV Evangelio es mucho más estrecho de lo que a primera vista pu– diera suponerse. No es solamente el aspecto lingüístico el que abona esta hipótesis, sino mucho más el curso de las ideas y la distribución de las mismas. Ya hace años llamó la atención a este respecto Hoskyns (121). Esta relación no consiste principalmente en la gramática o en el vocabu– lario (aun a pesar de la identidad del primer vocablo de ambos libros), sino en el concepto mismo de creación en cuanto relacionada con el Lo– gos. "La natural e instintiva simpatía de San Juan hacia los primeros capítulos del Génesis... justifica una interpretación del Evangelio, que in– siste en la importancia que tiene, para San Juan, la cristiandad como nueva creación y el retorno al contacto con Dios, perdido por el pecado de Adán y Eva" (122). Ahora bien, el simbolismo de los siete días de la creación es mar– cadísimo en San Juan. Siete días resumen la predicación del Bautista hasta que Jesús opera el primer milagro. En siete cuadros diferentes, relacionados con las principales fiestas judías, se distribuye cómoda– mente la vida de Jesús. Siete son los milagros narrados en el IV Evan– gelio. Siete veces se refieren frases de Jesús con las que se define a si mismo, como "Yo soy la luz", "Yo soy el buen Pastor", "Yo soy la vid", etcétera. Y todo esto no puede ser casual, cuando tan evidentes son, por el vocabulario y por el pensamiento, las alusiones directas al primer capitulo del Génesis (123). Si, pues, según nuestra división en estrofas -no buscadas, cierta– mente, con este fin-, nos resultan precisamente siete pequeñas estro– fas, encuadradas en las tres grandes ideas fundamentales de los demás himnos a Cristo, ¿ diremos que este resultado es meramente casual? No lo pensamos así. Y por eso, si se quiere admitir que el Prólogo contiene, fundamentalmente, un himno a Cristo, este himno se compone exactamente de esas siete pequeñas estrofas, las cuales, agrupadas, a su· vez, en dos mayores -las tres primeras y las tres últimas-, coinciden con las ideas fundamentales de los himnos a Cristo: tres estrofas descri- (121) E. C. HOSKYNS, Genesis 1-lll and St. John's Gospel, en "JoumaLof theolo– ,g.ical Studies'", 21 (1920), 210-218. (122) Ibid.,, p. 217. (123) Sobre la influencia del número siete en la estructura del IV Evangelio, cf. E. B. ALLo, EEvangile spirituel de saint f#an (París, 1944), p. 75-77; M. E. Bors– MARD, Le prologue..., pp. 136-138. Pero quien con más profundidad y acierto ha estu– diado este asunto es, a nuestro parecer, C. H. Dono, Le Kérigme apostolique dans 1, 4_• Evangile, en "Revue d'Histoire et de Philosophie religieuses", 31 (1951), 265-274, donde da un resumen. Y donde se encuentra esta teoría en toda su amplitud y plena– mente justificada es en su gran obra: The lnterpretation of the Fourth Go1p,J (Cam– bridge, 1954). [79]

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