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312 SERAFÍN DE AUSEJO, O. F. M. OAP. tema que nunca falta en tales himnos. Carmen está en singular; pero es, evidentemente, un singular colectivo. No se trata, pues, de un canto único, como si el repertorio cristiano contuviera solamente un himno a Cristo, repetido, siempre el mismo, en todas las reuniones cultuales. Su– poner que aquellos cristianos sólo tenían un himno a Cristo sería limitar en demasía el estro poético de los primitivos creyentes. Plinio, pues, certifica que los cristianos de Bitinia, a principios del siglo u, tenían por costumbre --essent soliti-- cantar himnos a Cristo en sus reuniones dominicales, con participación activa de todos los asis– tentes. Los autores cristianos de los primeros siglos puntualiz,an mucho más. Algo se puede ya rastrear de la descripción de las reuniones cultuales que nos ofrece San Justino (5). Pero existen otros testimonios más ex– plícitos en torno a los himnos cristológicos de los primeros siglos y afor– tunadamente se conservan también bastantes ejemplos (6). No es que todos esos himnos procedan de la época misma de los apóstoles; pero, indudablemente, reflejan una costumbre ciertamente apostólica. Tertuliano, escribiendo en el año 197 d. C., dice expresamente que, en los ágapes cristianos, post aquam manualem et lumina, ut quisque de Scripturis sanctis vel de proprio ingenio potest, provocatur in medium Deo canere (7). Y aquí es de notar que los cánticos pueden tomarse de la Sagrada Escritura -alusión preferente a los Salmos- o pueden ser de invención propia. Pero hay otro testimonio, de Eusebio de Cesarea, que es de extraor– dinario interés para nuestro caso, por cuanto en él se atestigua la anti– güedad apostólica de los himnos cristianos, y principalmente de los de– dicados a Cristo, Logos de Dios. Para demostrar Eusebio, contra ciertos gnósticos, la divinidad de Cristo por ellos negada, presenta, entre los diversos testimonios de la T~adición, como uno más, este hecho que cual– quiera de sus contemporáneos podría constatar: "Cuántos salmos -dice– Y cuántos cánticos, Cf>5aí, de los hermanos, escritos por los fieles desde los primeros tiempos, o:TC' o:px~c;, ensalzan, óµvoOat, al Logos de Dios, Cristo, divinizándolo" (reconociéndolo como Dios) (8). No dice Eusebio (5) S. IusTINUS, Apol. 1, 67 (PG 6, 429 s.). (6) Cf. H. LECLERCQ, art. Hymnes, en "Dict. d'Archéol. chrétienne et de Litur– gie", tom. 6, col. 2.832-2.859. Y, además, ORÍGENES, De oratione, 14 y 33 (PG 11, 460 s. y 557-560); lo., Contra Celsum, 8, 37 (PG 11, 1.573), donde, al describir las costup:ibres cristianas, aparece la idea de que los :fieles cantan himnos al Señor. (7) TBTULL., Apologeticus, 39 (PL 1, 540). (8) EusBBIUS CABSAR., Hist. eccles., V, 28 (PG 20, 512-513): 'l'cxAµol M ocroL Kal {pBcxl ó:BéAcpéJv árrapxfi<:: óm'> mcr-r&v ypacpéfom, -róv Aóyov wü 0éoÜ wv Xpt01:ov óµvoücrt 0éoAoyoüvm;;. [6]
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