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382 SERAFÍN DE AUSEJO, O. ]'. M. CAP. No deja de ser ingeniosa esta distribución. Y para explicar el Prólo– go tal como es, sin considerarlo como himno a Cristo, nos parece bas– tante aceptable, con tal que todo él se entienda de la persona histórica del Logos-Cristo, sin sucesión histórica propiamente dicha. En nuestra distribución en tres estrofas principales se advierte también cierta co– rrespondencia entre la primera y la tercera, particularmente entre los vv. 1-2 y el v. 18. Mas, en la distribución de Boismard habría que anotar ciertas anomalías que nos parecen poco probables: puesto que el momento cumbre parece ser aquel en que la parábola toca a la tierra, es raro que ese momento lo constituyan los vv. 12-13, como si lo más importante del Prólogo fuera enseñarnos nuestra filiación divina. Si el Prólogo se ha de corresponder con el Evangelio, esto no parece exacto, ni por el tema ni por la finalidad que San Juan se propuso, según su propio testimonio (Jn. 20, 31). A pesar de todo, en sus iíneas generales, quizás pueda her– manarse el sistema quiástico propuesto por Boismard con la distribu– ción temática que proponemos nosotros. Pero sólo en sus líneas generales y sin admitir la sucesión cronológica. El P. Gachter publicó hace veinte años un largo trabajo sobre la forma literaria del Prólogo, que todavía no ha perdido actualidad. Según él, el Prólogo es un himno al Logos, compuesto por San Juan con anteriori– dad a su Evangelio y ampliado por él mismo (o por su secretario, siem– pre bajo la inmediata dirección del Evangelista), cuando lo adoptó para introducción de su obra. El primitivo himno al Cristo-Logos ensalzaba sus relaciones con Dios, con la creación y con la humanidad, y principal– mente su encarnación y el ser fuente increada de toda gracia y ver– dad (118). Para legitimar su método, compara la estructura externa del Prólo– go con los pasajes del IV Evangelio redactados en forma rítmica: Jn. 6; 13, 32-16, 34. Generalmente le resultan, para el Prólogo, versos de tres y de dos acentos. En algunos detalles no coincidimos con él, sobre todo en la división de estrofas, donde nosotros seguimos la temática, mucho más que la simetría estrófica. Sin embargo, su teoría de los tres o de los dos acentos, según los casos, para cada verso es bastante aceptable. Y esto lo puede (118) P. GACHTER, Strophen im f ohannesevangelium, en "Zeitschrift für katholische Theologie", 60 (1936), 99-120; 402-423. Las observaciones de este trabajo son, gene– ralmente, muy atinadas. Nos satisface sobre todo el examen lógico y literario que hace de cada verso, aunque luego, en no pocos detalles y en la división estrófica, nosotros sigamos otros caminos. Pero es de notar que Gachter se propuso estudiar los versos y las estrofas del Prólogo, y no examinar, como nosotros, si el Prólogo es un verdadero himno a Cristo o no lo es. Por eso se limita al examen literario de los versos y de las estrofas, pero no estu.dia las características de los himnos cristológicos. [76]

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