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376 SERAFÍN DE AUSEJO, O. F. M. CAP. a) v. 14 c-e Ko:l t8eo:oáµe8o: 'tT)V M~o:v o:o-roO, M~o:v ~e; µovoyevoOc; 'lto:pa 'lto:-rpóc;, 'ltA~pT)c; xápL-roc; KO:l O:AT)8Elcxc;. b) v. 16 lS-rt iK -roO 'ltAT)pGlµo:-roc; o:O-roO f¡µetc; 'ltáv'l°Ec; ti\áj3oµev, KO:l xápLV d:v-rl xápL-roc;. e) v. 18 8eov ooBElc; tGlpO:KEV 'ltG)'ltO'l"E. ó µovoyevr¡c; ulóc; ó wv etc; 'l"OV KÓA'ltOV -roo 'lt0:'l"p6c;, iKELVOt; t~T)Y~OO:'l"O. Hay que anotar previamente que la transición del v. 14 b al v. 14 c tal vez no esté bien expresada por el simple Ko:( copulativo que precede al t8eo:oáµe8o:. Lo que sigue desde este KO:( se opone abiertamente, en antítesis manifiesta, a la presentación de Cristo "en carne". Si antes se aludía a su situación kenótica, ahora se proclama su Bó~cx, la "glo– ria", propia de quien es Unigénito del Padre, Heno de gracia y de verdad. Por eso nos atrevemos a insinuar que ese Ko:( del v. 14 c representa, en realidad, un wau adversativo hebreo. Si lo traducimos por pero, la antítesis entre la situación kenótica anterior y la situación gloriosa que ahora se comienza a describir resalta poderosamente. El pensamiento, así, es clarísimo. A pesar de que el Logos-Cristo ha querido hacerse o constituirse en "carne" (con todo el sentido preg– nante que aquí le hemos dado, incluyendo, además del sentido bíblico anticotestamentario de "hombre" viviente, la idea kenótica y vivificante: "carne" sacrifica! y eucarística), el autor sagrado recuerda también ha– ber contemplado al Logos-Cristo en el Tabor y haberle visto resucitado y glorioso; sabe que está cabe el Padre y que ha sido constituido pleni– tud definitiva de vida y de verdad para los hombres, para quienes es el Logos-revelador del Dios invisible. La noción de "gloria" en San Juan es muy complicada. Fundamental– mente, es la gloria del Tabor y la de la resurrección la principal. Pero las interferencias de las ideas y aun de los matices diversos de una misma idea no le espantan al Evangelista. Al contrario, parece comó si se de– leitara en acumular sobre una palabra toda una gama de matices posibles. Por otra parte, la carga que llevan ciertas nociones más fundamenta– les parece borrar los límites entre el estadio terrestre y el estadio futuro, precisamente por su identidad sustancial. Tal sucede con la palabra "vida eterna", poseída ya por el cristiano en la tierra. ¿No sucede algo semejante con la palabra M~o: aplicada a Cristo? Si analizamos los lugares del IV Evangelio donde ocurre en tal sentido (Jn. 2, 11; 12, 41; 17, 5. 22. 24, etc.), parece significar principa?Dente [70]
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