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374 SERAPl:N' DE AUSEJO, O. P. M. CAP. helenística que San Juan, como se ve por la traducción que ha hecho del vocablo hebreo 'olam por dos términos, helenista y semita, respecti– vamente: o:twv y Kóaµoc;. San Juan, a pesar del ambiente en que escribe, permanece más fiel al judaísmo, porque es testigo auricular de las pala– bras del Maestro y sigue utilizando la palabra oó::pt;, de tan profundas resonancias bíblicas. "Si nuestra sugestión se admite -concluye Bonsir– ven--, ésta entraña dos ventajas: una desde el punto de vista teológico y espiritual, y otra respecto de la crítica. En las palabras de la insti– tución de la Eucaristía habrá que entender "cuerpo" con todas las ar– morrías que resuenan en el vocablo bíblico "carne". Y tendríamos aquí un caso donde San Juan, como se le reconoce más y más para tantas anotaciones históricas suyas, nos transmite la forma primitiva de una palabra del Señor" (107). A la vista de estos datos, que nos parecen bastante seguros, no por la autoridad de su autor (con tenerla en alto grado), sino por las razones que aduce; y sobre todo, al relacionar el Prólogo con el cuerpo del Evan– gelio y ver que en el uso de la palabra "carne" dicha de Cristo, sola– mente el discurso del Pan de Vida puede ser eco del v. 14 a, lógicamente podemos concluir que todas esas armonías bíblicas que van incluídas en la palabra "carne", y además la idea eucarística y sacrifica! por la cruz no están fuera del círculo de la palabra oéxpé, en este v. 14 a. Y por consiguiente, tomada así, "in recto", la palabra "carne", lejos de crear dificultad alguna para que el sujeto de la frase sea el Logos-Cristo, exige precisamente que lo sea en todo su ser teándrico y no en el sen– tido exclusivo del Hijo de Dios sin la humanidad (108). (107) !bid., p. 219. (108) No negamos, como hemos indicado antes, la fuerza de la tradición patrística respecto de entender este versículo como exclusivamente de la encarnación. Aunque no hemos tenido ·ocasión de hacer un estudio a fondo, parécenos que no es anterior a las luchas antiarrianas. Por lo menos, existe una fuerte tradición patrística anterior a esa época, que interpreta la palabra Lagos como significando a Cristo, al Hijo de Dios ya encarnado. Es la interpretación patrística que procede por línea más directa de los discípulos de San Juan. En ellos prevalece la idea del Lagos-Cristo, mucho más que la del Verbo intratrinitario. Y habría que ver también si, aun los Padres posteriores que entienden este versículo de la encarnación en cuanto tal, lo entienden así en sentido exclusivo y, desde luego, con las condiciones requeridas para .constituir verdadero y vá– lido argumento de interpretación. También se nos podría decir que en la tradición de los Símbolos se viene utilizando la fórmula "et horno factus est", que parece traducción literal de Kal ó 1'.óyoc; cra.pE, !yÉvno. Pero, recorriendo las fórmulas griegas de los Símbolos, se verá que nunca utilizan el EYÉVéTO del v. 14 a, sino estas otras: crapKw8évra, tvav8pwTI~ocxvra o ambas a la vez. Por lo tanto, la fórmula latina "et horno factus est" resume, evidente– mente, el dogma de la encarnación, pero quizás no pueda afirmarse que es traducción exacta del pensamiento contenido en el v. 14 a. [G8]

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