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i, ES UN HIMNO A CRISTO E'L PRÓLOGO DE SAN JUAN' 369 Dos afirmaciones rotundas tenemos en cada una de estas dos frases: la encarnación post f actum (98) y principalmente su modalidad o con– dición kenótica. No es solamente la encarnación escueta lo que aquí se afirma, sino también, y principalmente, "in recto", el matiz concreto que, mediante ella, reviste la vida terr~na de Cristo. El Logos-Cristo aparece "en carne", se hace "carne". Fundándonos en la explicación que dimos de la palabra oáp~ en el himno de I de Timoteo, podríamos decir ahora también que toda la kénosis de Cristo está aquí compendiada en la idea de oáp~ y en la de haber fijado su morada entre nosotros, pero no en su correspondiente aspecto glorioso, "igual a Dios", sino como simple hombre mortal. Hay dos razones especiales que nos inducen a considerar aquí la oáp~ como compendio de la situación kenótica de Cristo y a verla, además, revestida de un matiz especialísimo, propio de San Juan, que no se encuentra en San Pablo. Primeramente, conforme observaremos en seguida, San Juan esta– blece aquí una síntesis manifiesta entre la oáp~ (v. 14 a) y la M~a, de que hablará inmediatamente, al comenzar la tercera idea fundamental (v. 14 c-d). Si esta "gloria" se ha de entender, según creemos, de la gloria de Jesús en el Tabor, de la que el propio San Juan fué testigo ocular, y de la gloria de la resurrección, testificada igualmente por él y por los demás apóstoles, la "carne" de que se revistió el Logos-Cristo entrañará también, no sólo el haberse hecho hombre, sino el haberlo sido de aquel modo humillante o kenótico, tan opuesto a la "gloria", a la situación gloriosa de Cristo en el Tabor y en la resurrección, que es lo que le correspondía por su ser teándrico. Y la humillación indicada por la "carne" consiste mucho más en el modo de presentarse en el mundo que en el hecho de hacerse hombre. Ya hemos demostrado an– tes (99) que ni San Pablo ni San Juan consideran la encarnación en sí, en su aspecto ontológico, como algo más o menos humillante o kenótico; lo kenótico, para ellos, no es el hecho de encarnarse el Hijo de Dios, sino el modo de la encarnación post factum, la manera humilde en que Jesús vivió voluntariamente su vida terrena y murió. Pero hay más. Fuera de este lugar, San Juan utiliza la palabra 06:p~, para referirse a Cristo, solamente en el discurso del Pan de Vida (Jn. 6, 51-56). En el resto del Evangelio jamás vuelve a relacionar esta palabra con la persona de Jesús. Ahora bien, parécenos indiscutible que en el discurso del Pan de Vida la palabra oáp~, no sólo indica .eviden- (98) Ya hemos recordado con Spicq que San Pablo y San Juan conciben siempre la encarnación post factum y no in fieri (véase nota 55 de este trabajo, al final). (99) Cf. p. 322 SS. (63] 2A

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