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310 SERAFÍN DE AUSEJO 1 O. F. M. OAP. Venimos observando que cada día aumenta, así en nuestro campo cató– lico como en otros, el número de los que se inclinan o se deciden por la forma literaria de himno. Y algunos albrazan también todas las con– secuencias exegéticas de esta forma literaria. Sin embargo, no se pro– ponen el problema en sí, a saber; cuáles son las características esencia– les de todo himno cristológico (si las tiene), tanto en su temática como en su forma literaria, y si el prólogo reúne esas características peculia– res, por las cuales deba calificarse de "himno a Cristo". .Nosotros, por 1o menos, no· hemos logrado encontrar -y creemos no haber sido ne– gligentes en la búsqueda- un trabajo directo y de conjunto sobre la cuestión. Por eso hemos creído oportuno emprenderlo. Y el camino más prudente, si no pava resolver el problema en forma definitiva, por lo menos para iluminarlo, dentro de su ambiente neotestamentario y hele– nístico, es, a nuestro parecer, estudiar previamente cómo eran los himnos a Cristo de la iglesia primitiva, de los que hay constancia, principal– mente en las epístolas de San Pablo; cuál es su estructura temática y cuál su expresión literaria; cómo eran también, por su tema y por su forma, los himnos religiosos de la literatura ambiental de la época de San Juan o _inmediatamente posterior. Y de todos estos datos o atisrbos, ver si logramos extraer los elementos esenciales del himno cris.tológico y compararlos luego con el prólogo. Tal vez así podamos -repito-, si no resolver la cuestión definitivamente, aportar siquiera una argumen– tación más sólida, llegando hasta donde razonablemente nos sea po– sible (1). Por consiguiente, nos fijaremos exclusivamente en los himnos cris– tológicos o dedicados a Cristo que tuvieron existencia real en la iglesia primitiva y eran cantados por los fieles en las asambleas cultuales. Nuestro análisis se centrará en los himnos -o fragmentos de himnos– conservados en los escritos paulinos y en la literatura cristiana del ciclo joánico (2). Examinaremos su temática y su forma literaria, para luego (1) Como es natural en esta clase de estudios, la argumentación sólo resultará del análisis de diversos pasajes y de la comparación de ciertos pormenores. Dada la ampli– tud del tema, es difícil presentar, siquiera sea en síntesis, la justificación plena de todos nuestros puntos de vista. Esperamos que el lector, con lo que aquí decimos y con el estudio directo de los autores que citamos a lo largo de nuestro trabajo, apreciará que nuestra posición no carece de cierta probab!ilidad. En cuanto a la bibliografía, hemos sido muy parcos. Citamos exclusivamente aquellos autores de los que más nos hemos servido. Otros muchos hemos leído también. Pero, no habiendo encontrado ningún trabajo que tratara directamente nuestro tema, nos hemos limitado a citar sólo aquellos de quienes hemos tomado alguna idea. (2) Prescindimos en absoluto de los himnos neotestamentarios del evangelio de la Infancia, por tratarse de composiciones que, por su estructura y por su parentesco, y aun indisoluble conexión con la piedad judía, pertenecen, desde nuestro punto de vista, [4]

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