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i,ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN ,JUAN! 361 segundá. Persona de la Trinidad? Mas, por otra parte, ¿ cómo relacionar estos vv. con el Verbo ya encarnado, si precisamente hasta el v. 14 no se dice que "el Verbo se hizo carne"? Por eso, o tendrían que resolver la dificultad a base de interpola• ciones -que la crítica textual e histórica forzosamente rechaza- o se ven forzados a admitir esos vv. como una sección de contenido vago, in– determinado, que trata, sí del Verbo ya encarnado, pero "sub adspectu aeternitatis", de una manera más bien abstracta y metafórica (88). Pero volvemos a preguntar: ¿ Y cómo decir que es algo abstracto, vago, inde– terminado y metafórico el testimonio del Bautista sobre el Logos-luz, que a las claras alude al "Ecce Agnus Dei" (Jn. 1, 39); y que es vaga, ·abstracta y metafórica la venida del Logos a los suyos, a su pueblo, y la repulsa con que éstos le recibieron? (89). Para evitar. esta serie de dificultades, la segunda tendencia, que cada día adquiere más adeptos, así entre católicos como entre protestantes, ve eri el Prólogo, ya desde el v. 1, un canto magnífico al Cristo histórico considerado como Logos (90). No son, estrictamente hablando, las re– laciones intratrinitarias las que preocupaban a San Juan. Lo que le in– teresa es describir la grandeza de Cristo, de ese Cristo-Logos que él conoció, del que por aquellos años escribió también: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaro:q. nuestras manos en torno al Logos de la vida..." (I Jn. 1, 1). Esta tendencia, que podríamos llamar cristológico– histórica, en cuanto que al Cristo histórico se refiere, y en cierto modo atemporal, porque no distingue aquellos tres estadios sucesivos (el Lo– gos-Segunda Persona en el seno de la Trinidad, el Logos-Segunda Per– sona en la creación pero antes de la encarnación, y el Logos-Segunda Persona más la "carne", es decir, el Logos ya hecho hombre), sino que considera un solo estadio ontológico del Logos, lo que éste fué real– mente en la historia, el Cristo Jesús, salvador y revelador que los após- (88) Cf. SIMÓN-DORADO, o. c., pp. 244 s. (89) Estas dificultades llevaron a nuestros grandes exégetas a interpretar la sec– ción de los vv. 5-13 de la aparición histórica del Verbo en el mundo por la encarnación. Desde el v. 5 al 18 n.o habría orden cronológico alguno, sino afirmaciones del mismo hecho, repetidas con distintas fórmulas .. Menos los vv. 1•3, que se referirían al Verbo antes de la encarnación, y el v. 4, que sería una transición o nexo entre el Verbo pre– existente y el Verbo encarnado, todo el resto del Prólogo trataría dé los tiempos plena• mente mesiánicos. Esto se acerca mucho más a lo que nosotros proponemos como estructura temá):ica del Prólogo. Para la historia de nuestros exégetas, a este respecto, véase J. :LEAL, La unidad del Prólogo de San Juan (1, 1-18) según Toledo y Maldonado, en "1rchivo Histórico Granadino", 4 (1941), 65-118. . (90) Cf. J. DUPONT, Essais sur la Christologie de sainl fean (Bruges, 1951), p. 46 y passim,- WIKENHAUSEll, o. c., p. 35. (55]
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