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& ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE. SAN JUAN' 351 8e.[a:c;, que con su palabra y sus versos confuta las aberraciones gnós– ticas (66). En cuanto a la estructura de. los himnos, es de notar que ya la himnografía más antigua de la época clásica los construía a base de tres partes: la invocación del dios, por sus distintos nombres o por los principales lugares a él dedicados, para confesar su poder; la petición de que el dios venga, vea, oiga, ayude al que le invoca, aunque a veces falta esta segunda parte, porque el himno es "objetivo", sin miras par– ticulares o egoístas del autor; y por último, se destaca la parte épica, formada de temas de alabanza, de recordación de los sacrificios a él ,ofrecidos o de sus anteriores hechos, para ensalzar su grandeza; y en– tonces, los atributos dirigidos al dios, expresados por frases relativas, nombres yuxtapuestos, adjetivos o participios, forman cadenas intermi– nables (67). Y el caso es que también en la entronización de los reyes de Egipto y del Antiguo Oriente se daban las tres fases de este ceremonial, que luego sobrevivió en épocas posteriores. Estas tres fases son: "1. • Ele– vación: el nuevo rey recibe_ la cualidad divina en una solemne ceremo– nia simbólica; 2.º Presentación: una vez deificado, preséntase a la corte de los dioses; 3.• Entronización: por fin, recibe el poder" (68). Estos tres aspectos parecen darse --anota Spicq- en la carta a los Hebreos (1, 5. 6. 8-13). Y el himno de I Tim. 3, 16, citado por San Pablo, parece haberse concebido sobre el tema de la entronización real (69). Y es que el carácter polémico, de abierta oposición a los cultos paganos, no está del todo ausente de los himnos cristológicos que San Pablo nos ha con– servado, precisamente porque nacieron en un ambiente que se sabía rodeado y supersaturado de tales costumbres hímnicas. "He aquí por qué San Pablo opone la verdadera epifanía del Dios verdadero a la de los soberanos profanos y trasplanta a la nueva fe los términos reli– giosos corrientes, dándoles ·su pleno sentido, el único verdadero. Sólo Cristo es el µÉya:c; 0e.6c;, el Señor y salvador del género humano. Frente a los emperadores de Roma, la profesión bautismal confiesa al ~O:O"lAE.uc; lxq,80:p,:oc;, a:i'.fnoc;, µóvoc; 0e.6c; (I Tim. 1, 17). A la época de las Pas– torales, el cristianismo tiene suficiente madurez para tomar abierta– mente posiciones, desde el punto de vista doctrinal, contra el sincret_is– mo político-religioso del paganismo. Los fieles de Cristo por ningún título pueden pactar con los cultos impíos; a .ello se comprometieron en (66) S. IRENEUS, Adv. haer,, I, 15, 6 (PG 7, 628). (67) PAULY-WISSOWA, 'Real-Encyclop., art. "Hymnus", vol. IX, pp. 144-146. (68) SPICQ, 2pitret Pastorales, p. 108. (69) Ibid., pp. 108-109. [45]

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