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348 SlfüA~'ÍN DE AUSEJO, O. lJ'. :u. CAP. Esta espontaneidad, si se atenía a un tipo único de himno cristo– lógico en cuanto a la temática, era porque el tema mismo -las riquezas teándricas de la persona de Cristo en la carrera de su vida histórica– así lo requería, tanto más cuanto que estos himnos resumían la predi– cación apostólica respecto de Cristo y se daban forzosamente la mano con las profesiones de fe cristiana. Pero, en cuarito a la forma, y aun a la misma disposición interna del tema, no podían seguir siempre lite– ralmente los pasos de la poesía hebrea. Por la natural evolución de las cosas humanas, y mucho más por el hecho tan extraordinario, tan único, de la aparición de Cristo en la tierra, y por aquella intensa vida sobre– natural de las primitivas comunidades cristianas, donde habían abun– dado los carismas en las reuniones cultuales, es lógico y natural que la inspiración poética cristiana se fuera separando poco a poco de las fórmulas de la •poesía hebrea -lo mismo que la Iglesia se fué desgajando más y más de la Sinagoga-, hasta dar con nuevos moldes de expresión poética, más acordados a la espontaneidad cristiana y a su primitiva sencillez, y más en conformidad con el nuevo tema cantado en esos himnos, pero revistiéndolos de un lirismo sencillísimo y maravilloso, donde la unción religiosa y la entrega absoluta del poeta a Cristo y a la glorificación de él'!te, el Kyrios, por la comunidad en pleno, encontraran su sencilla, espontánea y natural e:x:presión. Y así nació, según yo creo, lo que •podríamos llamar nueva poes-ía cristiana, que se aparta poco a poco de los moldes hebraicos en cuanto a la form.a -como se aparta esencialmente de ellos por lo que respecta al tema-, y tampoco se sujeta a las férreas leyes de la métrica clásica griega. Se sujetará a ell¡;¡,s más adelante, pasados algunos 'siglos, cuando se acabe el primitivismo, la espontaneidad y el frescor juvenil que tiene la inspiración poética cristiana de los primeros siglos. Pero, mientras conserve estas calidades, encontrará sus modos propios de expresión París, 1948). Después de demostrar cómo la Iglesia rompe con la tradición judía, por lo que respecta al lugar de reunión y al día de la semana, y esto ya desde los primerísimos tiempos, estudia los elementos del culto cristiano, entre los cuales tiene un papel rela– tivamente importante el cantar salmos e himnos. Luego señala la importancia que en tales reuniones tenían las fórmulas de profesión de fe, recitadas durante los actos de culto. Y, refiriéndose al reconocimiento de Cristo cómo Kyrios por parte de los fieles congregados, dice: "Esta confesión del Kyrios ¡¡,parece en el N. T. y en otros escritos del cristianismo primitivo en fórmulas sumamente explícitas, cuando todavía no existía una formulación única. Lo que caracteriza todas estas antiguas confesiones de fe es que son cristocéntric-as y que acentúan principalmente el señorío actual de Cristo. Y esto es confirmación de lo que venimos diciendo: ·que Cristo resucitado ocupa el centro de toda la vida cultual de la Iglesia" (pp. 20-21). Y sobre la importancia de Cristo resucitado en la iglesia primitiva, en general, véase la magnífica obra de J. SCHMITT, Jésus ressus– cité dans la prédication apostolique (París, 1949), p. 240. [42]

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