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346 SERAFÍN DE AUSEJO, O. F. M. OAP'. Pero lo interesante aquí, para nuestro caso, son las ideas del tema. Estas pueden reducirse perfectamente, ·sin violencia alguna al pensa– miento, a las tres ideas consabidas de los otros himnos. Y mientras la primera -lo que Cristo es en su ser teándrico-- se da la mano con la primera estrofa del himno de Colosenses, la tercera -la gloria celeste de Cristo parece una réplica abreviada de la tercera estrofa del himno de Filipenses; y en cambio, la segunda idea -;:-la relativa a la kénosis de Cristo- aparece a,quí sumamente escueta y suavizada, aunque clara– mente se alude a ella mediante un sencillo verso intermedio. Dios nos ha hablado últimamente por Jesucristo, v. 2b "A quien constituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos; v. 3 el cual, siendo el esplendor de su gloria e imagen de su sustancia, y el que sustenta el universo con su poderosa palabra, después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, v. 4 hecho tanto mayor que los ángeles, cuanto que heredó un nombre incomparablemente superior al de [ellos". No podemos entrar en detalles exegéticos de cada una de estas frases. Pero bien se echa de ver que el ser "heredero" (por derecho propio y por donación) de todas las cosas, el haber sido hechos los mundos o los siglos (cxl&vcxc;) mediante El (fü' oiS), el ser el esplendor brillante que emana de la gloria de Dios al manifestarse "ad extra" o el reflejo visi– ble de esa gloria ((X'T'[cxúycxoµcx), el ser "imagen", figura, expresión o impronta (xcxpcxK-n'Jp) de la sustancia divina, el ser con su palabra o intervención creadora. el sustentador del universo o el que da consis– tencia a todas las cosas (<j>ÉpCov -re -ró: n:oorrcx -ré[> p~µcxn 'tiic; f>uváµeCoc; cxü-roG); todas estas ideas, si por una parte nos presentan a Cristo en su consustancialidad divina con el Padre, pero como persona realmente distinta de El, por otra nos lo describen como ,algo perteneciente al tiem– po y al espacio, como algo que históricamente fué visible en el mundo, mientras que Dios, según las ideas del A. T., seguidas también por los escritores del Nuevo, habita la luz inaccesible a las criaturas. Y siendo esto así, tenemos en esta primera estrofa temática un verdadero paralelo con la primera estrofa del himno de Colosenses, es decir: la que venimos llamando en este trabajo primera idea fundamental de los himnos cris– tológicos, que nos va describiendo las rique:Z8-s del ser teándrico de Jesucristo. [40]

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