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&.ES UN HIMNO A CRISTO E'.L PRÓLOGO DE SAN JUAN' 331 Soter, por consiguiente, concebido en su integridad teándrica; y sola-– mente "in obliquo" ..., su preexistencia en la naturaleza divina". Y con– cluye: "El Cristo de toda la teología paulina es siempre el complejo teán– drico del Dios-hombre" (38). La hipótesis de la naturaleza pura o la consideración meramente filosófica u ontológica del mundo y del hombre nunca se la plantea San Pablo ni tampoco los demás autores sagrados, sobre todo los del N. T. Aunque nos hablan de la creación, siempre la conciben tal cual fué en la realidad: inmersa en la elevación sobrenatural y adornada con los privilegios consiguientes a esta situación. En ella hay dos etapas igual– mente históricas : la primera, la previa al pecado; la segunda, la de la restauración. Ambas economías son sustancialmente idénticas. El cosmos está concebido en un plan de privilegios, lo mismo que su restauración, después de la tragedia del pecado. En el centro de ese cosmos, y en ambas economías, está el hombre como clave de todo. Pero ¿ quién es este hom– bre, clave universal de ambas economías? Cristo -responde San Pa– blo-; y precisamente el Cristo histórico, Cristo Salvador, Jesús hom– bre-Dios. Porque, si Adán representa la "imagen" de Dios (Gén. 1, 26- 27), él no es propiamente la "imagen de Dios", clave del mundo. El sola– mente es el "tipo", la "sombra", la "figura" del segundo Adán; y éste segundo Adán, Cristo, éste sí que es la "imagen del Dios invisible", la clave que explica el universo, hecho en El, mediante El, c~m miras a El o en función de El: sv cxu,cp, 5t' cxuwu Kcxl Etc; a:u,óv. "En una pala– bra: cuando Dios pensó crear este mundo concreto, .pensó en Cristo, en Jesús de Nazaret, sin el cual no hubiera llamado a la existencia a nin– gún orden de seres, ni celestiales ni terrenales. Y cuando, tras el pecado, decidió Dios ofrecer al cosmos deshecho su "reconciliación", la restau– ración, pensó igualmente en Jesús de Nazaret, que esta vez revestiría la formalidad de Redentor. En ambos casos Cristo es el primero en todo" (v. 18) (39). ¿ Cuál es, entonces, la causalidad que tiene Cristo en la creación del mundo: eficiente-instrumental, final o ejemplar? San Pablo no lo deter– mina, ni en la filosofía ambiental de su tiempo vivían estas categorías (38) !bid., p. 272. (39) Cf. ibid., p. 123 s. Véase también San Ireneo, quien ya escribía en este sen– tido: "El Señor, queriendó restaurar al hombre, ha seguido, al encarnarse, la misma economía. Nació de una Virgen [acababa de decir que el primer hombre fué hecho de tierra virgen], por la voluntad y la sabiduría de Dios, a fin de que quedase firme– mente establecido que El tenía un cuerpo semejante al de Adán y que El era precisa– mente aquel hombre de quien se escribió al principio: el hombre fué hecho a imagen y semejanza de Dios" (S. lRENEO, Demostración de la p1"edicación apostólica, núm. 32; PATR. ÜRIENT., 12, 684: texto armenio y traducción inglesa, p. 772: traducción francesa). [25]

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