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f,ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN' 325 tación se va abriendo camino má y más, incluso entre católicos. Además de Feuillet, antes citado, así como González Ruiz (29), también el P. Co– lunga la supone, cuando escribe: "Para hacerse cargo del sentido de este pasaje (Fil. 2, 6-11) hay que considerar que el Dios de la gloria habita en una gloria inaccesible. Aun cuando quiere manifestarse a los hombres, como lo hizo en el Sinaí a los israelitas y mejor a los profetas, se presenta envuelto en una gloria que es .un reflejo de la que tiene en el cielo. Pues Jesucristo, que, como Hijo de Dios, vive en la gloria del Padre, no se aferró tanto a ella, que no consintiera en mostrarse a los hombres, no ya rodeado de la gloria en que Isaías y Ezequiel vieron al Señor, sino en la humilde condición de hombre mortal. Por amor nuestro renunció a esa manifestación gloriosa, que tanto convenía a la dignidad de Hijo de Dios. En esto estuvo su anonadamiento, en su renuncia a la gloria en que Dios se mostraba en las teofanías del A. T." (30). En conclusión: el sentido de la segunda idea fundamental del himno, la humillación de Jesucristo, es que Jesús podía haberse manifestado externamente a lo largo de su vida terrena, .con aquella gloria con· que apareció en el Tabor, porque derecho tenía a ello, o como se presentó, ya glorioso, a sus discípulos después de la resurrección. Pero su volun– tario anonadamiento le llevó a presentarse entre los hombres en condi– ciones externas y sociales humildes, y a morir en una cruz, como mal– hechor. Esta fué su verdadera kénosis (31). Y pasemos ya a la tercer.a idea fundamental del himno: lá exalta– ción gloriosa de Jesucristo. También ésta se amplifica en frases gra.n- de Cristo? Creemos poder responder que la exégesis misma del texto lo impone, aunque la intención del Apóstol no fuese establecer una verdad que para él y para sus lectores no entraba en cuestión, pero sin la cual el texto y su finalidad práctica quedarían propia– mente ininteligibles." Es decir, como escribíamos antes, este texto jamás habría sido escrito por San Pablo, ni por cualquier cristiano, si realmente no creyera en la divinidad y humanidad de Cristo, conforme enseñ.a la tradición y la teología católicas. Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Pero, esto supuesto, lo que el Apóstol quiso des– tacar aqui no fué pl'ecisamente este punto, sino el ejemplo de humildad, consistente en las condiciones humillantes de la vida y de la muerte de Cristo. En lo que el Apóstol supone, naturalmente que hay tradición patrística. Pero en que San Pablo diga aqui que la ejemplaridad de Cristo consiste en la encarnación misma y no en las condi– ciones humildes en que vivió su vida terrestre, en esto no hay tal tradición exegética (cf. HENRY, ibíd., pp. 132 s.). (29) Cartas de la Cautividad..., pp. 43 s. (30) NÁCAR-COLUNGA, Sagrada Biblia, ed. 3.ª (Madrid, BAC, 1949), in h. l. (31) También los evangelistas recuerdan la idea de "siervo" o de "servir", enten– dida de Jesús, en el ambiente de la Pasión. Cf. Mt. 20, 28; Le. 22, 27; Jn. 12, 23-26 y sobre todo, en el lavatorio de los .pies, Jn. 13, 1 ss. [19J

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