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322 SERAFÍN DE AUSEJO, O. F. M. CAP. nar las dos interpretaciones (la que sólo ve en la kénosis él despojarse de sus condiciones externas divinas, para presentarse a lo externo en condiciones de "siervo"; y la que hace consistir la kénosis en la encar– nación misma), cuando escribe: "El estado de Cristo en su naturaleza humana viene expresado por dos antítesis fundamentales: una, que mira al porvenir y opone la carne a la resurrección espiritual; otra, que mira al pRsado o a la eternidad y que opone la encarnación a la dignidad de Hijo de Dios". Y más tarde, refiriéndose concretamente a nuestro texto, dice: "La primera estrofa (para Cerfaux, el v. 7 pertenece todavía a la primera estrofa) termina con la idea de que Cristo tomó la natura– leza humana... Su construcción se basa en la antítesis ordinaria del Hijo de Dios que nace en carne. Por necesidades de una lección moral que de– bemos deducir del ejemplo de Cristo, hace resaltar la humillación que va vinculada a la manifestación de Cristo en su humanidad" (23). Poste– riormente, parece aclarar mejor su pensamiento, coincidiendo bastante más con la exégesis que proponemos aquí, cuando escribe, como corolario de haber citado 2 Cor. 8, 9 ("se hizo pobre, siendo rico") : "En vez de escoger el camino del honor, escogió el de la humildad que le ofrecía su Padre, tomando la forma humana humillada, es decir, la de Sier– vo" (24). Esto es ya más exacto, a nuestro entender. Y mejor aún lo que a continuación expresa: "Nuestra fórmula no se refiere directa y exclusivamente al momento de la encarnación, sino a la humanidad de Cristo tal y como se presentó en toda su vida mortal; se refiere a su aparición en su humanidad como un todo, sin insistir en el paso de la preexistencia a la existencia temporal. Esta es la mentalidad de San Pablo; la encarnación, como nosotros la concebimos, es decir, como el momento en el que Cristo toma carne, no tiene interés ,alguno para San Pablo. Su interés radica en la humillación en una vida humana; el que se manifiesta en la humildad de la carne, el Cristo según la carne, es en realidad Hijo de Dios. Posee esta dignidad, pero momentáneamente se despojó de sus privilegios" (25). Esto último, sí. Que la kénosis consista en el despojarse Cristo de sus privilegios y asumir condiciones de vida simplemente humanas, es lo que creemos genuino pensamiento de San Pablo. Pero lo otro, que la kénosis consista, a secas, en que el Hijo de Dios tome naturaleza hu– mana y, por consiguiente, que el sujeto de la kénosis sea el Hijo de Dios antes de encarnarse no representa, creemos, el verdadero pensa– miento del Apóstol. (23) CERFAUX, J esuc,-isto en San Pablo, pp. 313 y 321. (24) lb., p. 324. (25) lb., pp. 324-325. [16]

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