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320 SERAFÍN DE AUSEJO, O. F. M. OAP. Pero, al exterior, en su manifestación externa, en sus condiciones de vida histórica, en su presentación entre los hombres, Cristo no quiso conservar aquellas condiciones de vida externas, aquella gloria y esplen– dor que por sus, condiciones personales divinas le correspondían. En una palabra: no se presentó exteriormente como lo que en realidad era, como Kyrios, como "igual a Dios". Esta presentación se la reservó para des– pués de su triunfo (19). La segunda idea fundamental -la humillación- se amplía con abun– dantes frases. Son siete versos, de tres acentos cada uno, excepto el quinto y el séptimo, que solamente tienen dos. v. 7 v. 8 "Se despojó a sí mismo, tomando condición de siervo, hecho a semejanza .de hombres. Y tenido en su porte como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz". El pensamiento corre diáfano siguiendo nuestra exégesis. No se trata aquí de la encarnación en cuanto tal, sino mucho más de la forma humil– de en que este Dios-hombre vivió su vida terrestre, privado voluntaria– mente de toda gloria y apariencia externa divinas y como si no fuera más que simple hombre; y aún más: esta humillación llega hasta morir, cual si fuese un malhechor, en la cruz. Dos aspectos tiene, pues, la kénosis de Cristo: el primero es su pro– pia manera de vida, en cuanto que aparece despojada voluntariamente (19) No podemos detenernos en justificar plenamente nuestra exégesis. En la en– marañada selva de opiniones existentes y teniendo en cuenta, por un lado, la teología católica y, por otro, la libertad de interpretación de este pasaje, así como las razones que luego apuntaremos brevemente, ésta es la exégesis que nos ha parecido más lógica, más conforme con el pensamiento paulino y más exacta con el valor de las palabras y con el contexto del pasaje entero. Puede discutirse, y de hecho se discute, el sentido de cada palabra de este trozo.. Con todo, son ya muchos los católicos que se inclinan a ver en la µopcpft 9zoü la idea de "condición externa de vida", mucho más que la "esencia" misma divina o la naturaleza. La µopcp~ como esencia o naturaleza es un concepto muy aristotélico, pero bastante ajeno a San Pablo y aun a la filosofía ambiental de su época. En el N. T. solamente ocurre, fuera de este lugar, en Me. 16, 12, donde ciertamente no significa naturaleza, sino apariencia o aspecto externo. Sobre la libertad de los católicos en los detalles exegéticos de este pasaje, cfr. HENRY, art. Kénose ya citado, p. 14-16. Y en cuanto a la exégesis que aquí seguimos, cf. principalmente A. FEUILLET, L'Homme-Dieu consideré dans sa condition terrestre de serviteur et de rédempteur (Phi/., 2, 5 ss. et textes para/le/es), en "Vivre et penser", 2 (1942), 58-79; y, en parte, P. BoNNARD, L'Epitre de saint Pau/ aux Phi/ippiens, Comment. du N. T., vol. X (Neuchatel-París, 1950), in h. l. [14]

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