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~ES UN HIMNO A CRISTO E'.L PRÓLOGO DE SAN JUAN1 319 Según esto, las tres ideas fundamentales que hemos apuntado se ad– vierten clarísimamente en nuestro texto. La primera queda despachada con tres versos, de tres acentos cada uno. Nosotros traduciríamos así: v. 6 El cual estando en condición divina, no consideró como presa el ser igual a Dios" (17). Jesucristo, mientras vivió en este mundo, en vez de presentarse en forma, condición o situación externa correspondientes ,a su ser divino; es decir: en vez de manifestarse habitualmente, durante su vida terre– na, con el esplendor de su gloria divina -como lo hizo una sola vez: en el Tabor-, no reputó codiciaJble tesoro, como presa de conquista que a toda costa hay que retenerla, el mantenerse siempre en esa gloria exter– na que a su ser correspondía, como se mantuvo Dios en ella en las gran– des teofanías del A. T., particularmente en la del Sinaí. Desde luego, si San Pablo no pensara que Cristo es Dios y que posee todos los atributos divinos, así como la divina esencia, jamás podía haber escrito esas frases. Pero no es fa confesión directa de la divinidad del Hijo de Dios en. el seno del Padre lo que ahora le preocupa y lo que le sirve de argumentación para inculcar a los creyentes la humildad, sino el ejemplo de Jesús en su vida histórica. Estando, ú1tápxwv, en posesión de los derechos divinos, siendo de condición divina, real y verdadera– mente, Jesús, aunque conservó esos derechos y esa condición mientras vivió en la tierra, porque no podía dejar de ser Dios, los .conservó sólo formalmente, en lo interior. Y decimos "formalmente", en el sentido de que no manifestó al exterior, en su vida ordinaria, esos derechos y esa condición divina que jamás dejó de poseer. San Pablo, tan perfecto co– nocedor de la inmutabilidad de Dios y de la teología anticotestamentaria, como intrépido asertor y defensor de la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesús, jamás podía pensar que Jesús hubiera dejado de ser Dios por un solo momento. Más aún, "en realidad, Pablo no conoce más que el Cristo "sintético", el Cristo transcendente del camino de Damasco y el Jesús que fué crucificado... Jamás separa esos dos aspectos. Y lo mismo que ve al Cristo histórico a través del Se– ñor glorificado, así contempla también al Hijo .eterno de Dios a través del Jesús de la historia" (18). (17) Seguimos, en general, para este himno y el de Colosenses, que estudiaremos después, la traducción que nos ofrece J. M.• GoNZÁLEZ Ru1z, Cartas de la Cautividad, "Christus hodie", I (Roma-Madrid, 1956), aunque algunas veces modificamos alguna que otra expresión. (18) HENRY, art. Kénose, DBSuppl., tomo 5, p. 17. [13}

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