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316 SERAFÍN DE AUSEJO, O, F. M. OAP. su resurrección, cuando queda entronizado y declarado, en los cielos y en la tierra, como Kyrios. Cuando el Apóstol apela a los sentimientos de Cristo como modelo de los que debe tener en sí todo cristiano, no piensa en los sentimientos del hijo de Dios mientras está en el seno del Padre y como deliberando, en el seno de la Trinidad, respecto de realizar la idea de la encarnación. Naturalmente que San Pablo reconoce siempre en Cristo su divinidad y, por consiguiente, su preexistencia eterna. Pero no es el acto de deter– minarse a la encarnación lo que San Pablo pone aquí como modelo de los sentimientos de humildad que los cristianos deben tener, sino que el Apóstol está pensando en los sentimientos, en los hechos, del Cristo real e histórico, Dios-hombre, tal y como vivió en su vida terrena y como sufrió en su muerte y por los que fué glorificado, con aquella gloria que el propio San Pablo conoció en el camino de Damasco. Y precisamente, en este modo de vivir y morir de Cristo, a pesar de ser quien es, es donde radica toda la fuerza de la enérgica argumentación de San Pablo para suscitar en los fieles esos sentimientos de humildad. No piensa, pues, en describir cuál fué la carrera de Cristo -preexistencia, encarnación, re– surrección gloriosa-, sino más bien quién y qué es Cristo en su vida real y concreta en la tierra; cuáles fueron sus sentimientos, a pesar de sus divinos derechos. Más que describir esos tres estadios diversos de la persona de Cristo en sucesión cronológica, lo que aquí interesa y hace más al caso, precisamente para que sirva de modelo a los creyentes, es poner de relieve la situación kenótica, humillante, en que Jesús vivió en este mundo y murió. Y por lo mismo, ésta es la parte central del himno. Las otras dos -la condición divina de Cristo y la gloria que con su ke– nosis alcanzó- confluyen a resaltar la humil.lación voluntaria a la que se sometió en la tierm (15). Por lo demás, este pasaje viene a ser como una profesión de fe, y como un resumen del "kerygma" o mensaje apostólico, consistente so– bre todo en creer y confesar el contenido histórico y doctrinal que encie– rra en sí la persona de Cristo Jesús en su ser, en su vida y en sus en– señanzas. (15) Hay, desde luego, cierta sucesión cronológica, como la hubo en la vida terres– tre y gloriosa de Cristo, el cual, siendo quien es, Dios-hombre, primero se humilló y luego fué glorificado. Pero San Pablo no se fija tanto en la sucesión cronológica, cuanto en la relación de causalidad entre ambos hechos. Lo que él acentúa, sobre todo, es la ejemplaridad de la humillación. Y a ella, precisamente como consecuencia (cf. v. 9 ÓLÓ ), le sigue la exaltación gloriosa. [10]

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