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274 ESTUDIOS BÍBLICos.-Fr. 5, de Ausejo, .O. F. M., Cap. en los himnos estudiados, donde el pensamiento progresa libre de los cánones del paralelismo. Verdad es que hoy se preguntan los especialistas si las célebres leyes del paralelismo, descubiertas por Lowth, hace ya dos siglos, son tan fundamentales en la poesía he– brea como se ha venido repitiendo (75). P:ero, de todas formas, quier. compare nuestros himnos cristológicos con los trozos poéti– cos de la Bjblia en el AT. por fuerza descubrirá diferencias esen– ciales en la disposición del tema y en la marcha del pensamiento, puesto que cada verso de estos himnos, aunque esté construído a hase de antítesis, es un pensamiento completo por sí solo. A lo· más podrían compararse con algunos pasajes poéticos del libro de la Sa– biduría, donde afloran ciertas modalidades más modernas (76). En estos him1:10s cristológicos, los esticos están constituídos, con relativa frecuencia, de forma individual, mediante una frase corta, brevísima, de dos o tres acentos (77) ; abundan las proposi- (75) Cf. el exceLent•e trabajo <le T. PIATTI : I carmi alfabetici della Bibbia, chia– ve della metríca ebraicat, en «Biblica», 31 (195-0), 281-315; 427-458, donde demues– tra, por <le pronto, ,que el p1,incipio fandamenta.J del v,erso heb.,eo no es el dístico, con oo paralelismo, sino ,que el v,e¡;s.o hebreo 1 es esencialmente monós.tico (pági– na 440),. F. V. FILSON n~ega que el para1elismo~ que también o,curre en prnsa, eea criterio s,eguro pall'a determinar si un pa,saje bíblico es prosa o ,es poesía (pági– nas 128-129 del artículo citado poco ha, en Ja nota 73 <le •e<lte ~rnba 1 jo). Las co 1 nclu– sliones de FILSON son pesím~sta,s, por faltar criterios segu,r,o,s respedo de cómo era la poesía aramea. El ritmo sería, hoy po•r hoy, el único indicio (ibiá., pági– na 129 ss.). Sin emba·rgo, ademá,s del u::itmo, nuestro análisis de lo,s himno.s crísto– Jógico.s y los dato,s que nos ha .sumini,strado el ambiente helení,stiw podrían iniciar una ruta para ,reso 1 lv,er !'a cuestión. {76) Tampoco aparece en ellos el i,s·osilabismo o idéntico número die sílaba,s en cada ~erso &te c·omi,enza. en la Jiteratm:-a siriaca del &iglo IV y pasa, mucho má,s tarde a !os cristianos grecolatinos, los cuales, a su vez, lo transmiten, junto con la· asonancia y consonancia r,ecibidas, de Io,s árabe,s, a las 'fiteraturas modernas. Y volviendo al origen de la nu¡eva poesía cristiana, he a,quí fa co.nclusió!ll a la que llega WERNER, ,en un exteMo y bien dod1mentado e,studio : ~El material de la música de la igle,sia [primitiva] era de origen hebre,o y .siría,co,• excepto las for– ma>S hímnicas, que .son un tipo nuevo, cn·,eado por una interrelación intrincada y una interr,eacdón entre er espkitu ,si-rio y el helenístico» (E. WERNER : Th,e conflict between Hellenism and Judaism in the Music of the early christva,n Church, •en HUCiA [«Hebrew Union Coillege Annual»], 20 [1347], pág. 468). {77) Esto vale prdndpalme,nte para lois que .ee no,s han c,onservado meJor en su forma literaria primitiva, como serían 1 Tim. 3, 16 y Col. 1, 15-20; y natural– mente que vale también, ,éomo veremos, para el prólogo de Sa 1 i1 Juan. En cambio, en Fil. 2,6-11 y Hebr. 1, 2-4 se conserva muy ·bien e.\ tema, que ha .seguido la línea ..

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