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¿ ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN? 269 particularmente en Eif.eso, en el culto de ~rtemis (62)'. Por lo mé– nos es curioso observar que los himnos apostólicos a Cristo se con– servan p-recisamente en las Epistolas de la C'autividad, destinadas a un ambiente efesino o de iglesias cercanas y similares, que es tam– bién el ambiente ,del prólogo de San Juan y el de las Odas de Sa– lomón (63). Muchos cristianos proceélían de este ambiente religio– so. No es de maravillar, pues, que sintieran necesidad de sustituir los numerosos trozos hímnicos del culto pagano que hasta entonces habíap practicado, y que estaban en el ambiente, con otros himnos religiosos netamente cristianos. Ni tampoco es de extrañar que las tomunidades cristianas enteras sintieran idéntica necesidad, porque {62) Hemo,s hecho una insinuadón y .se¡ntiríamos que fuese mal interpretada. Vamos a expHca.r un po•co 111uestll'd• pensamiento·. (Los himnodas, óµv(Jlao/, existían ya en, Asia Menor antes del culto a los em– peradores.. Formaban grupos y 15odedades de cantores, cada cual con ,su himno cor,re,s,pondiente, transmitido a v,ece,s de padres a hi,jo,s, aunque no consta si ha– bían de ,cantarllo sofo,s o a modo de «capeUa». Aparr·ecen e,n; insc,ripcione,s romanas de la épo•ca de ,los Césa·res. Pero- par,ece 1Se11" que exi,stían en Pergamo, Esmkna: y FJfeso desde e,1 siglo rr a. C. ;· y en esta última ,oiudad, relado,nados con el culto de krtemi.s. Uevaban el título de úµ.vtp;o¡ o· de Oaolo¡o/, y con fre,cuencia, am– bo;; tírt:ufo:s juntos, .seguido,s, a vecie,s, de-1 genitivo ¡epoucr/m;. y pa,i,tidpaba\11 oficialmente -en el culto como heraldos de la diosa, cantando• himno;; para celebrar ,i,us glorias (Cf. PAULY-WissowA: R,ea./-Encyc-lopiidie der classischen Altertums– u>issenschaft, Supplem., VII [Stuttgart, 1940], art. «Hymnodoi», págs. 279°281; A. DEISSMANN: Licht von Osten [Tubinga, 1923], pág. 297; C. SJ?ICQ: Les Epítres Pastoralies, 168, nota. 4). ¿ 11vene esta co~umbll"e a:lguna relación con Jo.s compo,sitor,e,s de himno;; cTi.s– tian,o,s? N adíe osaría añrma•rla, por lo meno•s de una mane,ra directa. Falta en abso– luito· documentación y punto;; de reforenda. Ademá,s, el t-ema ec<; ta,n ,esendalmente disUn,t.o ,~Crist-o y Artemi,s), que resulta totalmente impo,sible cuaJquÍler aicerca– miento. Sa111 embargo, indire•cta,mlente, ,poT el ambi.ente al que ant,es aludíamo,s de lais igle,sias d,e Efes-o y re~i-ones l'imítr-ofos, esa •wstumhre hubiera pqdido tener algún influjo is-obre los cTÍIStianos de- aqu,ellas ,regiones, para qu-e sinti,e·ráin. máis, la ne-ce– sidad de entonar himnos a C11iisto•. Por 1 que, ¿ cuántas ideas no reicogió también San Pablo d.el ambriente de aquellas mismas r,egi-one,s? Máis aÚlll, ¿podría decirs,e que el título de Ueólo70~, <lacto a San Juan por algunos esori-tor,e,s de los prJimer-os dglo,s, mucho ante,s de la -elaboración teológica de la grain era de J.os Pad11es, tiene relación con •esta wstumbr,e, intr-oducida preci,sament,e .entll'e lo;; cri,stiaa:i:os de meso? (63) Cf. L. TONDELLI: Le O'de ..., pág·. 135; LABOURT-BATlFF0L, Les Ocles•.., página 121.
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