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268 ESTUDIOS BÍBucos.-Fr. S. de Ausejo, O. F. M., Cap. podían seguir siempre literalmente los pasos de la poesía hebrea. Por la natural evolución: de las cosas humanas y mucho más por el hecho tan extraordinario, fan único, de la aparición de Cristo en la tierra, y por aquella intensa vida sob1"enatural de las primitivas co– munidades cristianas, donde habían abundado los carismas en las reuniones cultuales, es lógico y natural que la inspiración poética cristiana se fuera separando poco a poco de las fórmulas de la poe– sía hebrea-fo mismo que la Iglesia se fué desgajando más y más de la Sinagoga-, hasta dar con nuevos moldes de expresión poéti– ca más acordados a la esponfaneidad cristiana y a stt! primitiva sen--· cillez y más en conformidad con el nuevo tema cantado en estos himnos, pero revistiéndolos de un lirismo sencillísimo y maravilloso, donde la unción religiosa y la enfrega absoluta del poeta a. Cristo y a la glorificación de éste, el Kyrios, por ta comunida,d en pleno, enconfraran sn senci1la, espontánea y natural expresión. Y así nació, según yo creo, lo que podríamos llamar nue·va poe– sfa cristiana, que se aparfa poco a. poco de los moldes hebraicos en t'ttanto a la forma----como se aparta esencialmente de ellos por lo qúe respecta al fema---, y tampoco se sujeta a las férreas leyes de la métrica clfsica griega. Se sujetará a ellas más adelante, pa– sados algunos siglos, cuando se acabe el primitivismo, la esponta– neidad y el frescor juvenil que tiene la inspiración poética cristia– na de los primeros siglos. Pero mientras conserve estas calidades, encontrará sus modos propios de expresión literaria, equidistantes de la poesía hebrea y de la métrica clásica o, mejor, más cercanos de la. primera que de la segunda, como más cercano era también el tema que había de cantar. . Esto no obstante, los himnos crisfológicos, pr-ecisamenfe por– que tal vez no fueran tan carismáticos como los «cánticos espiri– tuales» de que nos -hablaba el Apóstol, y por lo mismo eran menos personales y más comunitarios en cuanto al uso, iban cobrando una for-ma poética bastante estereotipada, así como uniforme y estereo– tipada es también la temática de los· mismos, a pesar de su relativa libertad en el modo de tratar- ese tema único. Tal vez en esto los cristianos de la era apostólica pertenecien– tes a las iglesias helenísticas que tenían por centro a Efeso fueran tributarios -indirectamente- de los himnodas, ú11v<paoí, que exis– tían en Asia Menor con anterioridad al culto de los emperadores y

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