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¿ l!s UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO D]i SAN JUAN? 26 L pneumático (espiritual), como pneumático será también nuestro cuer– po resucitado. Y esta transformación se le concede a Cristo como ,<de justicia»'-fUé justificado~, porque es cualidad que se le debe a su ser teándrico. Y si se despojó de ella durante su vida terrena, precisamente mereció su recuperación por su kenosis. El «justificar do en espíritu» se refiere, pues, a nuestro entender, a la gloriosa transformación que recibió el cuerpo de Cristo en su resurección (54). Pues bien, esa transformación gloriosa, pneumática, de Cris– to va contrapuesta en nuestro himno a la aparición en carne (ver– so primero), como contrapuestos van, por pares, los seis versos del himno. De aquí que el manifestarse Cristo «en carne» dice algo más que el hecho de la encarnación a secas. Dice también, y refor– .:ándolo, el matiz o modo especial de esa encarnación. Es la con– traposición al estado glorioso de Cristo por la resurrección. Dice, en un palabra, la situación o condición humilde y mortal en que qui– so colocarse Jesucristo, Dios y hombre, en este mundo, viviendo en él y muriendo como si no fuera más que simple hombre. Cree– mos, pues, que sv cro:px[, «en carne» viene a resumir, de cierta manera, toda la idea de la kenosis de Cristo en la tierra, tan am– plificada en el himno de Filipenses (55). (54) Sería esta fra•se algo paralda a Rom. 1, 4, donde 011is;to, por .su r.eswrrec– c·1ón, ,es •«con,stituído,, o ~mani<fes,tado,, en poder, cual corresponde a quien ,e,s Hijo de Dio,s : ópwOév;:o~ uíou Beou EV ouvdp.,t xcn:d icveup.a drtu><JÚY't);; ~~ dvaai:d,ew;; vsxpfov. Sobr,e e1 G•entido que no,sotrn,s damos a ~otxmwO,¡, véa,se también DESCAMPS : o. c., págs. 87-89. (55) A !a misma ,conclusión llegaríamos por la exégesis que propone SPICQ (Epítres Pastorales, IJ)ág. 109). Según él, el segundo verso de nuestro himno mdi– caría las cualidade,s mon-ale.s de la humanidad de Cristo, que, aunque apar,eció «en ca.r11e,,, e.s 1 carne ;;in pecado, justificada por el espíritu; y entonces, el V1erso te1r– c,ero, «foé mo;;,trndo a los ángdes>>, significa,ría la man,1fe.stación de la encarna.ción ;:. los áng,e.Jes, como ,que •consti,tuía el obj,eto de su,s d,es,eos (of. 1 P.etr 1, 12; Ef 3, 10). Aunque pre.ferimo1s la exégesis que a.rriba hemo,s dado, ,e,s evidente qúe con esta interpretación de SPICQ ,s•e apunta también a la condición kenótka de Cristo y no exclus,ivament,e a1l hecho de •l'a ·encan-nadón. Po,r,que, Gi e,s ve,rdad, como todos reconoce~1, que ,el ,pensamiento de este himno pr ,ogre.sa Gi,emp11e po,r antítesSsis, a la idea .de éualidadeG morale,s humano"divina,s~«justificado en ,espíritu,,-, debe con– traponerse la idea de haber apar,eddo «en ·carne", que tomaría a,quá cierto matiz peyo,rat,1vo, menos ·e,l pecado, tan fre.cuente en San Pablo. Y ,si esto es a,sí, ya tenemos más des,tacada, la ,forma ,o modalidad de la encarnación, que la encarna– ción mi,sma. Llegamo,s, pue-s, .pon- di8tinto camino, a la mi,sma condus!>ión. Y es que, como dice muy bien el mismo SPJCQ (ibid., p. 161), San Pablo y San Juan coµ-

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