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¿ ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN? 253 divinizadora (sentido pasivo) y porqu-e Él debe «llenarlo» todo, so– brenaturalizarlo todo (sentido activo); y esta misión 1a eje!ce Cristo mediante la Iglesia» (4,5)'. Pero· en el nuevo orden de la restaura– ción, Cristo ha tenido que «reconciliar todas las cosas» con Dios : v. 18 «El es también la cabeza del cu,erpo, de la Ig-Je.sia; El e•s el comi,enzo; ,el primogénito d-e ·entre lo•s mU!ertos, pa.-a que r,e,sulte El e,! primero !en todo ; v. 19 pues en El' tuvo a bi•en residi·r todo e.! «pleroma», v. 20a y por El ,reco.ndliair toda.s las cosae cmwigo.» Según se ve, la segunda idea fundamental de este himno nos pre– senta a Cristo como clave del orden restaurado, en el que Jesús ocupa la primacía absoluta y universal. Y también nos parece des– cubrir aquí derfa conelación enfre esfa segunda estrofa temática y la tercera estrofa o idea fundamental que vimos en el himno de Fi– lipenses. Aquel Cristo que en su triunfo recibe un nombre sobre todo nombre, un nombre que encierra en sí absoluto poder en los cielos y en la tierra, aquel que recibe el glorioso nombre de Kyr~os, es el mismo que aquí se presenta, después de reconciliar todas las cosas con Dios (o sea después de su obra terrena y su muerte en cruz), rnmo clave y como realizádor del nuevo orden, como primogénito de entre los muertos; como «p.J.eroma» santificador, como constituído en la primacía absoluta y universal de ·todo el cosmos, particula.r– mente del angélico y del humano, restaurado por 111. Y esta s,eme– janza de ideas nos obliga a reconocer bastante afinidad y aun iden– tidad sustancial enfre la que llamábamos tercera idea fundamental del himno de Filipenses y la que en este himno de Colosenses ocupa el segundo lugar. ' · :Es evidente que aquí ha habido una inversión de ideas. Y no va– mos a decir que originariamente el himno no fué co11-struí,do así, sino que el orden .ha sido trastrocado posteriormente.· La absoluta una– nimidad de la crítica textual nos manifiesta lo contrario. El himno de Colosenses conserva, indiscutiblemente,· su orden primitivo. Más aún, si por los diversos «hapaxlegomena» y otros indicios (que no son del caso) se pudiera pensar que, en Filipenses, San Pablo .ha in- ,(45) SERAFÍN DE AusEJO: La «unidad de fe» en EJ. 4, 5 y 18, «XIII Semana Bíbli– ca Española» (Madrid, 1958), pág. 191.
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