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EsTubros BÍBLrcos.-Fr. S. de Ausejo, O. F. M., Cap. Y pasemos ya a la tercera idea fundamental del himno : la exal– tación gloriosa de Jesucristo. También ésta se amplifica en frases grandiosas, que forman nueve esticos, generalmente de tres acentos cada uno. En castellano puede disponerse así: v. !) «Por lo cual Dios lo exaitó y le otorgó el nombre 'que ,'está' sobre todo nombre, v. 10 parn que al nombre de Jesús toda ll'odilla ,se doble en los óelo,s, en la tie,rra y en los abismos, v. 1l y toda lengua confiese, para g.loria de Dio.s Padre, qu;e Jesucrióito ,es Kyrios.,, Es la parte más destacada del himno. Las dos anteriores le ser– vían de base. Ahora es ya la gforificación de Cristo la que rige las .<leas. San Pablo tiene ante los ojos del alma a aquel Jesús, real e histórico, pero glorioso, triunfante, espiritualizado, que había co– nocido en la visión del camino de Damasco y en su experiencia mís– tica frecuente. Este Jesús, por su kenosis, consiguió, defmitivamen– te, un nombre que encierra tan absoluto poder en los cielos y en la tierra, que toda rodilla tendrá que prosternarse ante Él y reconocerle como .Dios. Y si este nombre puede concretarse en uno determinado, éste será el sagrado nombre de Kyrios, equivalente, en la soberanía y poder divinos que en sí entraña, pero revestido ante la faz del mun– do de esplendores de gloria divina, al tetragrámmaton inefable de «Yahvé» (32). Grandioso ,es en realidad el cuadro de Lodo este pasaje. El tema entero, en sus tres ideas fundamentales, constituye un verdadero himno majestuoso y armónico en su triple prospección de· la persona de Cristo: en su ser, condiciones y derechos divinos ; en su vida y (32) Aquí !habría oca,sión de destacar hasta qué punto llega el convencimiento que tiene San Pablo, judío ,cien .por cien, de la divinidad de J-e,sú>S, cuamdo lo equi– para al m~smo I)ios, cuyo nombr,e e,s inefable y el lugar, de su habitadón inacce– .sibJ.e. Pe!l'o Jesús hombre ,era también Dios. Pabfo lo ,sabe. Tiene incluso e~perien– cia .pe·rsona,I de ello. Por eso entona en su honor este magnífico canto de a,labanza, que, para un judío no creyent,e en la divinidad de Jesús, sonaría a horrible blaisfomia.

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