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¿ .li:S tJN El:IMNO A CRISTO ~L l>RÓLOGO 1)]; SAJ)f JUAN? 241 pretación se va abriendo camino más y más, incluso entre católicos. Además de Feuillet, antes citado, asj como G-onzález Ruiz (29), tam– bién -el P, Colunga la supone, cuando escribe: «-Para hacerse cargo del sentido de este pasaje (Fil. 2, 6-11), hay que c,onsiderar que el Dios de la gloria habjta en una gloria inaccesible. Aun cuando quiere rrtanifestarse a los hombres, como lo hizo en el Sjnaí a los israelitas y mejor a los profetas, se presenta envuelto en una gloria que es un reflejo de la que tiene en el cielo. Pues Jesucristo, que, como Hijio de Dios, vive en la gloria del Padre, no se aferró tanto a ella que no consintiera en mostrarse a los hombres, no ya rodeado de la gloria en que Isaías y 'Ezequiel vieron al Señor, sino en la humilde condición ,de hómb!re morJal. Por amor nuestro renunció a esa ma– n'ifestación gloriosa, que tanto convenía a la dignidad de Hijo de Dios. En esto estuvo su anonadamiento, en su renuncia a la gloria en que Dios se mostraba en las teofanías del AT» (30}. En conclusión: el sentido de la segunda idea fundamental del himno, la humiUación de Jesucristo, es que Jesús podía haberse ma– nifestado_ externamente a lo largo de su v1da _terrena con aquélla gloria -con que apareció en el -Tabor, porque derecho tenía a ello, o como se pl'esentó, ya glorioso, a sus discípulos después de la resu– rrección. Pero su voluntario anonadamiento le llevó a presentarse entre los hombr,es en condiciones externas y sociales humildes y a morir en una cruz como malhechor. Esta fué su verdadera keno– sis (31). Veit'.dad qµe para él y para .su,s lectores no entraba en •cueso;tión, plel'o .sin la cua,J el teX!to y su fü111aJidad práctica queda,rían propiamente inintdigibl,es.» Es dedr, como escribíamos a,ntes, e.st, e texto jamás habría sido ,e6crito· 'po,r San Pablo, ni por cua.l- 9.u[•e·r crllstia,no, .si implkJita y 1rea:lmen:te no crteyeira en la divini,da,d y humanidad de Cristo, conforme ,enseña la tradidón y la teología católicas. Cristo es verdadero Dfo,s y verdadero hombre. Peir-o, esto, .supu,esto, lb que el Apósto,l quiso deistaca:r aquí ,no foé p.redsame111,t,e es~e punto, s,ino, -eJ ej,empJ.o de humi1ldad, colll.si.stente en Iais condidone,s ihumillantes de ,la vida y de la muerte de CrilSlto. Eln !,o que el Apó,stoil supone, natura,J.mente que hay tradidón patrístka. Pe,ro ,en que San Pa– clo diga aquí que la ,ej,emplarirlad de Cri.sto consiist,e en la e.ncarnac-ión misma y no en las -condicione,s hum[.Jdes en que vivió Ciri.sto su vida ten1e,stre, en e.s,t,o no hay tradidón ,exegé.tica ~cfr. HENRY: ibid-., pá,g. 132 ss.). .(29) ,Cartas de la Cautividad..., pág. 43 ~s. (80) NÁCAR-COLUNGA: Sagrada Biblia, ed. 3.a (Madrid, BAC, 1949), in h. l. (31)' También los -evangelistas recuerdan la idea de «siervo)) o de «servir», erlten,dida de J,eisús, en el ambiente. de la Pa,sión. Cfr. ).\1t. 20, 28/; Le. 22, ~; Jn. 12, 23-26 y, .s,o,bre todo, ,en iel lava,tori,o de los pie.s, Jn. 13, 1, ss,

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