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¿ ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN? 2 35 esos derechos y esa condición mientras vivió en la tierra, porque no podía dejar ,de ser Dios, los conservó sólo formalmente, en lo inte– rior. Y decimos «formalmente)), en el sentido de que no manifestó al exterior, en su vida ordinaria, esos ,derechos y esa condición divina que jamás dejó de poseer. San Pablo, tan perfecto conocedor de la •inmutabilidad de Dios y de la teología anticotestamentaria, como in– trépido asertor y defensor de la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesús, jamás podía pensar que Jesús hu– biera dejado de ser Dios por un solo momento. Más aún, «en reali– dad, Pablo no conoce más que el Cristo «sintético)), el Cristo trans– cendente del camino de Damasco y el Jesús que fué crucificado ... Jamás separa esos dos aspectos. Y lo mismo que ve al Cristo histó– rico a través del Señor glorificado, así contempla también al Hijo eterno de Dios a través del Jesús de 1a Historia» (18)1. p:ero, al exterior, en su manifestación externa, en sus condicio– nes de vida histórica, en su presentación entre los hombres, Cristo no quiso conservar aquellas condiciones de vida externas, aquella glo– ria y esplendor que por sus condiciones personales divinas le corres– pondían. En una palabra: no se presentó exteriormente como lo que en realidad era, como Kyrios, como «igual a Dios». Esta presenta– ción se la reservó para después de su triunfo (19). {18) HENRY: Art. Kénose, DBSuppl.,' t. V, pág. 17. (19) No podemos detennernos e,n justificar plenamente nuestra, exégesis. En la enma;rafia<la sS,elva de opi,nione,s e:,ds1te,nt.e,s y teniendo 1en -cuenita, por un lado, la teología cmtó•Hca, po•r otro la libertad de int,epr,eta.ción de e,ste pal'laje, a•sí c-omo las raz,one15 que luego a:purntaremos brevemente, ésta e.s la exégesi>s. que nos ha pa.re – ddo máis Jó,gica, máis ,conforme con ie,l pensamfo,nto paulino y más exacta con el valo,r de las pa,labrns y con el contexto del pa ,sa.je entero. Puede di,scuti:r<1,e, y <te heicho ,se di,scute', el sentido de cada parlabra. de es'l•t.e trozo. Con todo, son ya mu– iciho,s los ,cafo,li,cos que ,se indinan a v.err- ,en 1a µoprp~ Bso1í la, ide,a de «•condición externa de vida», mucho má,s que la «e•s,encia» mi,sma divina •O la na~•ura[em.. La \LDP(f~ como eserncia o na.tmaJ,eza e,s un concepto mny arí,s,toté1liic,o, pero bas– tante ajeno a Sa:n Pablo y aun a !'a filo.sofia ambiental de su époica. Em el NT .so– lament'e ocmTe, fuera de e•ste Lugar, en Me. 16, 12, donde oi.e,rtament,e no 6igniifica na– turaileza, ,sino apairienoia o aspe 1 c1to exkrno•. Sobre la libertad de los católico,s en los detalle1s exegéti-co,s de este pa,saj,e, cfr. HENRY: Art. Kénose, ya citado·, págsS. 14-16. Y en cuanto a 1ai exégesis que a,quí ,seguimo,s, cfr., prindpal,me,nte, A. FEUILLET: L'H omme-Dieu consideré dans sa condítíon t.erréstre de serviteur et de rédempteur (Phil. 2, 5 ss. et te:x-tes par:alle~es), en «V,~r,e, et pe•nser», 2 (1942) 58--70; y en parte, P. BoN 1 MR•D: L'Epítre de saínt Paul aux Phílippiens, Comment, du N. T., volumen X, (NeuohiU.el-Parí>s, 19-50), in h. J.

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