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386 ESTUDIOS BÍBucos.-Fr. S. de Ausejo, O. F. M., Cap. carnación; los vv. 14-18 tratan del Verbo después de la encarnación y de los beneficios que de ella se siguen (87). Pero los partidarios de esta distribución. advirtiendo los mu– chos inconvenientes que en ella existen por causa de los vv. 6-13~ se han visto forzados a crear una sección intermedia con estos vv., sin saber con cuál de las dos anteriores relacionarla. Porque, por· un lado, ¿ cómo defender que el testimonio del Bautista (vv. 6-8) y la presencia del Verbo-luz en el mundo, que «vino a Jos suyos y; los suyos no le recibieron» (vv. 9-13), se refieren al Logos dcrapxoc;, al Verbo antes de la encarnación, y, por consiguiente, al Hijo de· Dios en su naturaleza divina y como segunda Persona de la Tri– nidad? Mas, por otra parte, ¿ cómo relacionar estos vv. con el Verbo ya encarnado, si precisamente hasta el v. 14 no se dice que «el Verbo se hizo carne» ? ' Por eso, o tendrían que resolver la dificultad a base de inter– polaciones -que la crítica textual e histórica forzosamente recha– za-, o se ven forzados a admitir esos vv. como una sec;ción de contenido vago, indeterminado, gue trata, sí, del Verbo ya encar– nado, pero «sub adspectu aeternitatis», de una manera más bien abs-– tracta y metafórica (88). Pero volvemos a preguntar : ¿ Y cómo decir que es algo abstracto, vago, indeterminado y metafórico el testi– monio del Bautista sobre el Logos-luz, que a las claras alude al «ecce Agnus Dei» (Jn. 1, 39) ; y gue es vaga, abstracta y metafó– rica la venida del Logos a los suyos, a su pueblo, y la repulsa con que éstos le recibieron ? (89). Para evitar esta serie de dificultades, la segunda tendencia, que cada día adquiere más adeptos, así entre católicos como entre (87) Otros lo dividen así: ios vv 1-5 se refieren al Verbo antes de la– encarnación, y los vv 6-18 al Verbo ya encarnado. Pueden verse reseñadas. estas divisiones en cualquier comentario o estudio recientes. Por eso no~ abstenemos de citar nombres. (88) Cf. SU.IÓN-DORADO, o. c., p. 244 s. (89) Estas dificultades llevaron a nuestros grandes exégetas a inter– pretar la sección de los vv. 5-13 de la aparición histórica del Verbo en el mundo por la encarnación. Desde el v. 5 al 18 no habría orden cronológi-· co alguno, sino afirmaciones del mismo hecho, repetidas con distintas fór– mulas. Menos los vv. 1-3, que se referirian al Verbo antes de la encarna– ción, y el v. 4, que sería una transición o nexo entre el Verbo preexistente· y el Verbo encarnado, todo el resto del Prólogo trataría de los tiempos plenamentes mesiánicos. Esto se. acerca mucho más a lo que nosotros pro– ponemos como estructura temática del Prólogo. Para la historia de nues-
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