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¿ ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN? 385 son pocos los detalles concretos y terminantes que se encuentran en esos comentarios. Tal vez quien más de lleno ha estudiado el asunto sea Bultmann. Pero, desgraciadamente, sus prejuicios y su desca– bellada teoría, que se empeña en considerar el Prólogo como un himno al Bautista en cuanto Logos, adaptado luego por el Evange– bsta (que tampoco sería el evangelista San Juan) para prólogo– introducción de su obra, son causa de que esos estudios resulten absurdos, y, por tanto, inútiles para nuestra cuestión, como no sea, en algunos casos, para la determinación del ritmo (84). En la práctica, la contestación es muy difícil, por la multitud de opiniones exegéticas que hay y por las interferencias de las cues– tiones que el Prólogo suscita. Para proceder con orden veamos previamente las principales tendencias exegéticas respecto del contenido del Prólogo, y luego proyectaremos sobre este contenido los criterios que hemos deduci– do anteriormente de la estructura temática de los himnos a Cristo. Lo mismo haremos luego respecto de la forma literaria. 2. Estructura temática del Prólogo a) Idea central del Prólogo y procedimiento mental de San Juan Dos tendencias bien definidas existen respecto del contenido <lel Prólogo. La primera (85) -que quieren llamar tradicional (86)- con– cibe el Prólogo como una ~omposición de proceso rectilíneo, crono– lógico en cierto modo. Los vv. f-13 describen la preexistencia del Verbo sólo en cuanto Dios, su dignidad y su obra antes de la en- (84) Cf. BurJrMANN, o. c., p. 4 ss. y 29, con la crítica que de él hace RUCKSTUHL, o. c. p. 67 ss., aunque éste niega en absoluto que el Prólogo tenga carácter de himno (p. 69-70). (85) Cf. SIMÓN-DORAno, PraeLectiones biblicae, N. T., vol. I (Turín– Madrid, 1947), p. 244 ss. (86) H. FAccro, De «Verbo,, Dei (.Toan. 1, 1), en «Verbum Domini», 26 (1948), p. 30, nota 2. Si por «tradicional» entendemos lo que ha prevaleci– do durante mucho tiempo, es exacta tal denominación. Pero si buscamos su enlace con la era apostólica, tal vez la segunda «tendencia» sea, enton– ces, bastante más «tradicional» que la primera.

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