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426 ESTUDIOS BÍBucos.-Fr. S. de Ausejo, O. F. M., Cap. en el Nuevo, puede revelarnos a Dios como nos lo ha r¡evelado Cristo. Por eso, terminada su obra en la tierra, El sigue en el seno del Padre. Ningún profeta del Antiguo Testamento estuvo en el seno del Padre, ni siquiera de manera transitoria, mientras Cristo lo está permanentemente. En conclusión: concebido el Prólogo en la forma gue propone– mos, resulta de él un verdadero himno cristológico, de idéntica es– tructura temática (aun a pesar de las particularidades propias de San Juan) y de expresión literaria semejante a las de todos los himnos cristológicos que nos han conservado las cartas :pauli– nas (136). Creemos, pues, que nuestra conclusión es aceptable. Por este ca– mino comparativo, cuyos fundamentos están en lo que fué la per– sona y la obra de Cristo en la tierra, en la costumbre himnográfica de los primeros cristianos, en los testimonios de las cartas paulinas, en los ejemplos de los himnos a Cristo conservados en ellas, en el mismo ambiente efesino y de iglesias cercanas, etc., hemos logrado una explicación plausible de por qué el Prólogo está compuesto en (136) Antes de terminar hemos de hacer otra observaci611. La exégesis del Pr61ogo que proponemos, particularmente por lo que se refiere a la identificación del concepto de Lagos con Jesús, es decir, que el concepto de Logos siempre indica, para San Juan, al Hijo de Dios ya encarnado, el Lagos ~vcwpxo<;, tal vez parezca un tanto nueva para quienes no hayan tenido ocasión de seguir muy de cerca las corrientes exégeticas de hoy sobre San Juan y proyecten, en fuerza de la costumbre, sobre el Prólogo, nues– tra manera de hablar en la teología de la Trinidad. Pero nuestra exégesis no es nueva. Que yo sepa, hace ya cincuenta años que la propuso Trr. ZAHN, Das E11angelium des .Tohannes (Leipzig, 1908), p. 97 ss., el exé– geta protestante bastante moderado, y cada día va teniendo más adeptos en– tre los cat6licos. Y no por afán de povedad, ciertamente. 'Es que se funda en el análisis lógico y concienzudo del texto sagrado y tiene en su favor a aquellos privlegiados testigos de la •primera generación cristiana que heredaron de los discípulos inmediatos de San Juan la interpretación del Logos. Lejos, pues, de ser nueva, es la interpretación más antigua que existe en torno al concepto del Lagos. La difundieron en la Iglesia primi– tiva y la transmitieron a sus sucesores los primeros discípulos de San Juan, particularmente San Ireneo, que la recibió de San Policarpo, dis– cípulo inmediato del Ap6stol. Y estos santos varones no darfan del Logos y del prólogo del IV Evangelio, indudablemente, una interpretación dis– tinta de la que ellos oyeran de labios del Discípulo Amado. Un examen serio de los escritos de los Padres ,Apostólicos y de los inmediatamente posteriores confirmaría, así lo creemos, la exactitud de esta observación.

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