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422 ESTUDIOS BÍBucos.-Fr. S. de Ausejo, O. F. M., Cap. hombre, sino de Dios. El sentido, pues, resulta magnífico entendido de Cristo. En la concepción virginal de Jesús sólo Dios y María· in– tervienen. Lástima que esta lectura tan sugestiva tenga un apoyo demasiado débil todavía en la crítica textual de hoy. Porque, leído así, el v. 13 explicaría maravillosamente la virginidad perpetua de María. De todas formas, la sugerencia de Brnun no carece de toda probabilidad. Es más, entre los testimonios que le favorecen, podríase añadir también el texto que anteriormente hemos citado de las Odas de Sa– lomón, 19,9-10 (131). Aquí, al decir que María t 1sv,rr¡aiov ªv ar¡µd<p, «engendró por milagro» a Jesús, sería un eco de la lectura _oc; é– jEYY~6-¡¡; y todo el pasaje de la Oda 19,6-10 vendría a ser como un comentario lírico del v. 13; leído, con Braun, en singular y enten• dido de Cristo. Todo lo cual tiene, a nuestro entender, tanto más valor histórico y crítico, cuanto más inmediata es la dependencia de las Odas con respecto al IV Evangelio y al Prólogo en particular. Si, pues, por la forma literaria, estos versos de las Odas se acercan tanto al himno cristológico del I J'im., 3, 16, por su contenido re– producirían el pensamiento del v. 13, concebido también como parte de un himno cristológico. Ahora bien, si leemos el relativo y el verbo en singular, enten– didos de Cristo, ¿ a qué estrofa pertenecerÍa este v. 13? Podría formar parte de la estrofa subaltern:':1 formada por los ver– sículos 10-11. Si Cristo había venido a los suyos, el v. 13 explicaría cómo fué esa venida, a saber : por la encarnación virginal. Sin embargo, en este supuesto de leer el relativo y el verbo en singular, nos parece más lógico unirlo a la estrofa del v. 14a-b, c(Ue así resultaría mucho más completa y simétrica. El Logos no nació de la sangre, ni de la carne, ni por cooperación de varón; nació de Dios. Y afirmada en este versículo la encarnación, se explicaría to– davía mejor por qué, a renglón seguido, la palabra aápE entraña para :San Juan un sentido soterio16gico y kenótico. Tendríamos, pues, en esta segunda estrofa fundamental, tres verdades esencia• lísimas : la encarnación virginal, la idea sacrifical y eucarística y 1a vida humilde y escondida de Jesús entre los suyos. Es verdad que estas enseñanzas van incluídas ya en el y. 14a-b, conforme hemos explicado antes. Pero la encarnación, que en el (131) Cf. nota 53.

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