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382 ESTUDIOS BÍBLrcos,,-Fr. S. de Ausejo, O. F. M., Cap. quizá un par de lustros después que él. De éste y de los escritos pau– linos depende, casi exclusivamente, la teología de las Odas, y su . Logos, objeto preferente de sus temas, nada tiene que ver con el Logos de la filosofía griega, como ya reconocieron Harnack, por un lado, y Batiffol, por otro (79). Su espiritualidad es esencialmente JOánica; y el alma que las anima, su vida, su calor y sus matices dependen directamente de aquella tradición espiritual y de aquella atmósfera de ideas y de sentimientos que reflejan los escritos de San Juan. Apenas hay idea en el Prólogo que no esté recogida de alguna manera en las Odas (80). · Son varias las dedicadas a celebrar al Logo,:;. Y lo curioso es que, si bien se analizan, no consideran al Logos en cuanto acrapxo~, sino siempre al Logos encarnado, al Logos-Cristo, al cual nos lo presen- ·tan como Redentor de los hombres, creador de los mundos y revela– dor divino. Son dignas de especial atención, a este respecto, las Odas 1, 12, 16, 19 y 41. Sin entrar en su ideología -que no nos es posible ahora-, amplificadora de las ideas de San Juan sobre el Logos, ni tampoco en su forma literaria, porque se perdió el original griego, que habría que reconstruir a base de la versión siríaca, en– •Contrada casi a principios de este siglo, lo dicho es suficiente para sugerirnos la idea de que, en la época de San Juan o inmediatamente después de él, en el ambiente de Efeso o de las iglesias hermanas se cantaban himnos a Cristo, celebrándolo en ellos como Logos. Y .si la lectura de las Odas autoriza tales afirmaciones, razón teníamos antes (81), cuando interpretábamos como dicho de ellas principal– mente el testimonio de Eusebio de Cesarea. ('79) Cf. TONDELU, o. c., p. 136. (80) Son muchos los autores, protestantes y católicos, que consideran las Odas como de origen gnóstico doceta. Pero, aparte de que es muy difí– cil determinar qué entiende cada cual por «gnóstico», no vemos ningún es– tudio a fondo que se haya propuesto resolver esta cuestión. Tal vez las Odas contengan alguna expresión menos feliz que ha podido dar pie para ·considerarlas como de origen gnóstico cristiano. Sin embargo, si alguien, ·sin prejuicios, se propusiera realizar este estudio a f9ndo, quizá las en– mntraría exentas de gnosticismo y las juzgaría sencillamente eco fiel de la predicación y escritos joánicos, en aquel ambiente helenístico efesino cultivado treinta y tanto años antes por la palabra y los escritos del após– tol Pablo, y nuevamente por la larga permanencia del apóstol San Juan en aquella Iglesia. (81) Véase el texto de Eusebio de Cesarea que citamos en la nota 8 de -este trabajo.
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