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¿ ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN? 399 crquedar constituídoll, etc. ( 101). Y aun así, tiene un sentido per• fectamente compatible con la idea de que el sujeto es el Logos-Cris– to. Cristo es el que renunci6 a la gloria externa y a sus derechos ,divinos exteriores y «se hizo>> hombre humillado (también en Fil. 2,7 Jesucristo es el sujeto del verbo ExÉvmasv) ; acept6 esta situa– ción y «se constituyó» en ella. Naturalmente que, si «in obliquo» por lo menos, no se incluyera en esta frase el hecho mismo de la encarnación, es decir, si Cri's– to Jesús no fuera verdadero ;Dios y verdadero hombre, el v. 14a no tendría sentido. El hijo de ;Dios no estaría en situación kenótica si previamente no hubiera asumido la naturaleza humana. Y ambas verdades -la encarnación y la modalida1 kenótica de la misma- se nos enseñan en la frase xcd 6 Aó1 o<;. arlpE trivs,o. Pero creemos que se ha insistido tanto en la primera, que se ha esfumado y aun eli– minado del todo la segunda, como si la finalidad principal de San Ju.an fuera demostrarnos que Jesús es verdadero hombre. Nosotros, «salvo meliori)), creemos que caben muy bien ambas verdades den– tro de la misma frase; pero que, en la mente de San Juan, según se ve por el contexto inmediato y por las frases de :San Pablo, se destaca más la segunda, tan esencial en la prediC'a– ción apostólica como lo fué en la vida real de Cristo histórico, que no la primera, de la que no había por qué dudar. Quizás los moder• nos exégetas e historiadores concedan excesiva importancia a los gnósticos docetas, como si fuerap el blanco principal contra el que ;San Juan escribi6 su Evangelio. El nos dice simplemente que lo escribió para que creamos «·que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios ,(Jn. 20,31), y no para demostrarnos que era verdadero hombre. Pero aún nos queda por decir algo respecto del significado kenó– tico de aápE. Todos los comentaristas están concordes en que el Prólogo, una vez adaptado para introducción, guarda relación estrechísima, por los temas que toca, con el cuerpo del Evangelio. Ahora bien, en el cuerpo del Evangelio, conforme hemos demostrado poco ha, sola– mente en el discurso del Pan de Vida utiliza San Juan la palabra aápE para referirse a Cristo, donde el significado soteriológico (que– remos decir eucarístico-vivificante y sacrifical-redentor) es evidente. Ya esto podría ser un indicio, cuando menos, de que la aápE (101) Cf. ZORELL, Lex. gr. N. T., 254 s.

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