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¿ ES UN HIMNO A CRISTO EL PRÓLOGO DE SAN JUAN? 389 Pablo, y lo mismo San Juan, se preocuparon mucho más por el ·misterio de la persona de Jesús que por el de la Trinidad. La vida de Jesús, su ser íntimo, su ser real y verdadero, se explica con frecuencia a los fieles, se canta en las reuniones cultuales y es -objeto primordial de la fe cristiana, hasta el punto de que la _misma fe en la Trinidad va como aliada y aun envuelta en esta fe en Cristo. Y el mismo San Juan, el apóstol que más ha penetrado en el seno de la '.Trinidad, no empieza por enseñarnos este misterio, para luego descender a la doctrina del Verbo encarnado, sino viceversa: em– pieza por Jesús, para, en El o mediante la descripci6n de su perso– na, demostrarnos su divinidad y sus relaciones «ad _intra» con el Padre. No desciende de la Trinidad a Jesús, sino que asdende de Jesús a la Trinidad. En su Prólogo, el tema «in recto» es Jesús; y más bien «in obliquo», aunque siempre de una manera certísima, la Trinidad, o mejor aún : solamente las relaciones del Hijo con ·el Padre. Igualmente creemos que la idea central del Prólogo no es, pre– dsamente, demostrarnos el hecho de la encarnación. La idea central, a nuestro entender, es enseñarnos lo que Cristo es: Dios y Hombre, intermediario· de la creación, origen de la vida, revelador divino, plenitud de dones sobrenaturales, Mesías e Hijo de Dios (cf. Jn 20, 31). Esto es lo que nos enseña el Prólogo y este es el tema de todo '.SU Evangelio. Esto supuesto, es decir, que el tema central del Prólogo es Jesús, -~orno lo es de su Evangelio, digamos dos palabras acerca del pro– ,cedimiento mental de San Juan El P. Lagrange lo clasifica, muy acertadamente, como procedimiento intuitivo, y para él, lo mismo que para Buzy, es tal vez el P. Allo quien mejor ha definido tal procedimiento mediante estas frases: «Juan procede con lentitud en la penetración de su idea. La presenta primero en bloque y luego la analiza, variando apenas, o sin variarlas nada, las expresiones. -Se diría que el Evangelista jamás agota sus conceptos, ya que tan vastos son ellos y tan restringidos sus medios de expresi6n» (92). Y en orden a estas palabras, al P. Lagrange le parece demasiado fuerte el verbo «analizar». Por eso dice: «Juan no analiza, sino contempla la verdad en sus diversos aspectos, y estos rayos de luz acaban por formar un haz, hasta producirse la fórmula definitiva, (92) E;. B. ALLO, L'Apoc/1Jypse (París, 1921), p. CXCIX.

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