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156 SERAFÍN DE AUSEJO, O. l'. :H. CAP. Con ella el pueblo de Dios se multiplicará y se extenderá hasta los confines de la tierra (cf. 26, 15) (8). Hay que llegar al libro de Daniel para encontrar un testimonio bíblico indiscutible de la fe en la resurrección escatológica individual. En Dan. 12, 2 s., como consuelo ante la persecución de Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.), se espera que "las muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión. Los que fueron inteli– gentes (los piadosos) brillarán con esplendor de cielo, y los que ense– ñaron la justicia a la muchedumbre resplandecerán por siempre, eter– namente, como las estrellas". En general se cree que aquí se trata sola– mente de la resurrección de los israelitas tanto buenos como malos (cf. v. l.). Y aun así no está claro si se espera la resurrección de to– dos ellos. Algunos exégetas piensan que se habla de la resurrección de todos los hombres, mientras otros, con mejor acuerdo, entienden este pasaje de los mártires judíos por un lado y de sus principales perse– guidores paganos por otro. Sin embargo, el texto sólo habla expresa– mente de "muchos" israelitas, buenos y malos (sin que haya argumen– tos decisivos que demuestren tratarse de todos) y nada dice en con– creto de sus perseguidores paganos. De todas formas, dos cosas parecen evidentes en este pasaje : que la esperanza de la resurrección y de la retribución de ultratumba tiene por objeto a hombres en particular y no al pueblo en cuanto tal; y que es una existencia feliz supraterrena la que se promete a los justos re– sucitados, al decir de ellos que brillarán como las estrellas en el fir– mamento. Sin embargo, esta resurrección se presenta como para realizarse en un futuro muy lejano e indeterminado. Por eso parece haberse exten– dido poco esta creencia, y por lo mismo no pudo ser profundo el con– suelo que aportara tal esperanza de resurrección .a los judíos perse– guidos ni el influjo de la misma en la literatura palestinense (4). Más expresiva todavía es la manera de presentar la resurrección como retribución individual en el II libro de los Macabeos. Los már– tires esperan la resurrección para sí (7, 9. 11. 14. 28: los siete her– manos; 14, 46: Racías), y Judas con sus soldados creen en la resu– rrección de aquellos que habían caído en la batalla por Yahvé (12, 44 s.). Pero si también los israelitas renegados y los paganos han de (3) Qf. HAA.G, BibeZ-Lex., "Auferstehung", 119. P. HEINISCH, Teología del VeccMo Testa,men,to (Turin•Roma, 1950), p. 321 1 entiende este pasaje de una resu– rrección real de la carne, aunque no en sentido general. (4) H. MoLITOR, Die Aufersteoong der Chris,ten wnd Nwhtohristen nach d– AposteZ PauZus, Neutest. Abhandl. XVI/1 (Münster i/W., 1933), p. 97. [6]
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