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LA RESURRECCIÓN ESCATOLÓGICA INDIVIDUAL 163 que llevan a enterrar). Naturalmente que no se trata en estos casos de la resurrección escatológica. Pero son heehos concretos que demuestran el poder de Yahvé para retraer a las almas del seol y para devolver la vida a un cadáver. La resurrección después de la muerte era tam- . bién esperada ciertamente para el Mesías, quien; según Ps. 22, 23 ss. ; Is. 53, 10 s., interpretado también en este sentido por los manuscri– tos del Mar Muerto (22), después de los sufrimientos y la muerte ha– bría de volver a la vida. Con ello venía a demostrarse, indirecta, pero eficazmente, la posibilidad de una resurrección más tardía, relegada a los tiempos escatológicos. Un paso más se daría a base de otra idea que también tuvo su evolución en Israel: la de la retribución. La vida y la muerte se con– cibieron en función del merecimiento de los hombres. Vida física, vida espiritual y por último vida eternamente duradera-y respectivamente la muerte-se concibieron ,primero como retribución del bien y del mal. Después, la idea de una vida futura se unió a la esperanza de los bienes mesiánicos, de los cuales habían de participar también los ya difuntos (cf. Is. 26, 19; Dan. 12, 2 s.; 1 Thes. 4, 13-18, pues también para San Pablo la resurrección de los difuntos es precisamente para que asistan a la venida gloriosa de Cristo) . Pero esa vida futura y esa participación de los ya difuntos en los bienes mesiánicos no podía quedar reservada sólo y exclusivamente para el· alma espiritual en cuanto separada del nefesch o hálito de vida-abstracción un tanto di– fícil para la mentalidad judía-, sino que también el nefesch había de tener parte necesariamente, en la vida venidera y en los bienes mesiá– nicos, porque sin él-'--sin el nefesch--no se concebía que pudiera ha– ber para el hombre felicidad verdadera. Así la providencia divina iba preparando el terreno para la revelación total de la resurrección fu– tura en aquel ambiente postexílico de miras bastante individualistas. Por los textos que hemos recorrido, parece que la época macabai– ca fué la del mayor desarrollo de la esperanza de una resurrección fu– tura individual en el judaísmo. La evolución fué muy despacio y se operó de :forma muy incierta en cuanto a la universalidad. ¡,Nació en Palestina 1 ¡, Se desarrolló en la diáspora? · 1, .Sufrió influjos extraños? Estos influjos son indemostrables, como no se dieran de una ma– nera muy indirecta, meramente ocasional. Porque, de lo contrario, ni se explicaría cómo aparece en Israel en época tan tardía a pesar de sus precedentes bíblicos antiquísimos y de las creencias aún más an– tiguas de los egipcios sobre el más al1á, ni se comprendería por qué tanta diversidad en la literatura judía precristiana sobre sil extensión; (22) 1IAAO,, o. c.., "Au:ferstehung", 121. [13]

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