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74 FR. SERAFÍN DE AUSEJO gaga, lo golpearon delante del tribunal, pero nada de esto le importaba a Galión» (Hechos 18, 17). Poca simpatía, según se ve, sentía Galión por los judíos. Pablo le pareció, seguramente, más culto, más honrado, más abierto, más universal, y por eso rechazó la demanda judicial que le presentaban contra él. Consecuencias de este encuentro Galión se comportó según las normas de la justicia romana, que permitían todas las religiones. Por eso dejó a Pablo en libertad. En virtud de las costumbres de la época, Galión podía haber condenado a muerte a Pablo, que es lo que bus– caban los judíos acusadores. Pero no se dejó engañar y pre– firió actuar según justicia. A Galión le debió Pablo el poder seguir predicando a Cristo por todo lo ancho y largo del Im– perio. Con qué mirada de agradecimiento se despediría Pablo de aquel español que tan justamente lo había dejado en li– bertad para seguir su misión. ¿ Sería demasiado aventurado pensar que entonces concibió Pablo la idea de sembrar el cristianismo también en España, en la Bética, la patria de aquel justo y benévolo defensor suyo? De todas formas, la gratitud de Pablo hacia aquel cordobés que en Corinto lo había salvado de la muerte debió de ser perdurable. Pablo manifiesta su proyecto de viajar a España pasando por Roma Seis años más tarde de su encuentro con Galión escribe san Pablo, que nuevamente se encuentra en Corinto, su céle– bre carta a los Romanos. En ella (15, 22-29) expone su proyecto de dirigirse hacia España pasando por Roma. Es el año 58. Esos deseos los tiene el Apóstol «desde hace muchos años» (Romanos 15, 23). ¿Cuántos? Imposible determinarlo. Pero Es– paña, por razón de sus estudios desde niño, no le era des– conocida.
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