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98 FR. SERAFíN DE AUSEJO tituye un argumento apodíctico en favor de la gran difusión de la fe cristiana en la Bética hacia el año 300. Y reconoce que, dada la vigorosa romanización de la Bética, no era de esperar otra cosa. Por cierto que, entre los cánones que establece este concilio, hay varios que conviene recordar. Uno se refiere a la indisolu– biilidad del matrimonio arisití,ano, ni siquiera por adulterio de uno de los cónyuges. Otro prohíbe a los obispos, presbíteros, diáconos, y a todos los -clérigos en general, qrue contraigan ma– trimonio, so pena de abandonar el estado clerical; es decir, eJ concilio establece para los clérigos el celibato· eclesiástico. Y también prohíbe a los c11istianos que contraigan matrimonio con judíos, lo cual supone que éstos eran numerosos en toda la Bética. Esta gran expansión del cristianismo en toda la Bética mo– tivó la necesidad de tener una versión propia de la Biblia. En Roma se arreglaban con el griego, habfado muy comúnmente allí. En la Bética solamente se hablaba el latín. De aquí la ne– cesidad de tener una verstión latina de la Biblia. Unos oreen que, ya en el siglo n, se 11ea1lizó una versión latina para España, que habría empezado por la Bética. Otros consideran que esta primirtiva versión latina de la Biblia fue traída de Afrka, pero que adquidó su carácter y modalidad especiales, en cuanto a la fiel transmisión del texto sagrado, en la Bética. Lo que sí parece cierto es que, fuese traducción propia hecha aquí o fuese transpfantada de la versión ya hecha en Africa, por aquí entró esa antigua versión latina de la Biblia, muy anterior a la Vul– gata de san Jerónimo, y de aquí se propagó hacia toda España, hada Francia y aun hacia el Norte de Italia. Esto confirma la firmeza del cristianismo en esta región del Sur ya desde el siglo n. Aquellos cristianos sentían la ne– cesidad de leer la Biblia en la lengua que hablaban. Y lo con– siguieron mucho antes que en el resto de Europa. Una vez más: la predicación de Pablo en la Bética, continuada po~ sus cliscí,pulos, no fue baldía entre nosotros. Y posteriormente, tam– bién por la Bética, como está históricamente comprobado, vino a Europa, traída desde Belén ;por todo el Norte de Afri'ca hasta

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