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SAN PABLO, MISIONERO EN ESPAÑA 87 2) Mayores posibilidades, aunque no certeza, tiene el viaje directo por mar desde Ostia a Tarragona. Ya vimos antes el testimonio del apócrifo titulado «Hechos de Pedro», del siglo II, aunque en él no se indica hacia qué puerto español se dirigió Pablo. Más breve, pero sin viso alguno de leyenda, es el testimonio de san Jerónimo, aunque tampoco determina el puerto de arri– bada a nuestra Patria. Después de afirmar varias veces en di– versos. lugares de sus obras bíblicas que el Apóstol predicó en España, escribe esta frase terminante: «A las Españas lo lle– varon naves de extranjeros». Y san Jerónimo, cuando hacía estas afirmaciones históricas, solía documentarse bien, sin fun– darse en leyendas de escritos apócrifos. No me parece admi– sible que a las naves romanas las llamara «naves de extran– jeros». Prefiero pensar que esas naves eran de armadores es– pañoles -y consta que en Cádiz las construían para el comer– cjo de España con Roma-. Pero el hecho cierto es que san Jerónimo afirma que Pablo vino a España por mar. ¿A dónde arribó? Para mí, Tarragona tiene más probabili– dades que Cadiz. Y me fundo en un hecho, hoy perfectamente demostrado. En Tarragona existió una comunidad cristiana rrtuy fuerte y arraigada desde los primeros tiempos del cris– tianismo. Así hay que suponerlo por el hecho de que en el siglo III, concretamente ya para el año 259, tuviera un cemen– terio propio, una necrópolis cristiana, lo cual supone un cris– tianismo muy antiguo, seguramente de origen apostólico. Por consiguiente, uniendo los datos del viaje de Pablo por mar hacia España con los descubrimientos arqueológicos y epigráficos de la presencia del cristianismo en Tarragona, lo más lógico parece ser que esta ciudad fue la primera tierra española que el Apóstol pisó al desembarcar de la nave que a España lo trajo. 3) El viaje por tierra, desde Roma, a través de todo el Sur de Francia por la vía Aurelia apenas parece comprensible (y recuérdense los datos apuntados anteriormente sobre el viaje por mar), puesto que no hay vestigios de comunidades fundadas por Pablo a lo largo de las importantes ciudades que

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