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84 FR. SERAFfN DE AUSE.TO 5. El testimonio del mismo san Pablo Concretamente en el año 67 del siglo 1, Pablo se encuentra de nuevo en Roma, prisionero por segunda vez. Ahora no tiene ya esperanzas de salir con vida de su prisión. En estas cir– cunstancias, repasando en su mente el curso de su vida y la misión que Cristo le encomendara de llevar el evangelio a todos los gentiles, escribe a su fiel discípulo Timoteo una segunda carta que con razón suele llamarse «el testamento de Pablo». En ella recuerda brevemente el Apóstol la actua– ción de toda su vida y sus andanzas, siempre predicando a Cristo. Y a manera de resumen de esa vida, escribe la siguien– te frase lapidaria: « .. . he realizado hasta el final mi carrera», TON DROMON TETÉLEKA (Segunda Carta a Timoteo 4, 7). No faltan autores que, valiéndose de la más o menos am– bigua traducción latina de la Vulgata, entienden esas palabras como si Pablo dijera que le ha llegado ya el fin de su vida. Pero el original griego, con toda la fuerza del perfecto TETÉ– LEKA, tiene, a mi modo de ver, mucho más valor. Lo que el Apóstol expresa· es que se siente satisfecho por haber podido realizar todos sus propósitos. Y como entre ellos estaba el de venir a España, paréceme muy claro que con esas palabras está afirmando que también pudo realizar su anhelado pro– yecto de predicar a Cristo en el extremo de Occidente. Ante esta abundancia de documentación histórica de pri– mera mano, paréceme que hoy no es lícito dudar de la venida del gran Apóstol a nuestra Patria. El sembró entre nosotros la fe de Cristo, y desde entonces España, gracias a él, empezó a ser cristiana.

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