BCCCAP00000000000000000001702

SAN PABLO, MISIONERO EN ESPAÑA 83 al actual aeropuerto romano de Fiumicino), adonde lo acom– pañan no pocos cristianos de Roma. Allí intenta embarcarse para España. Pero, por causa de una tempestad, tiene que re– trasar su embarque durante unos cuantos días. Entonces, los acompañantes del Apóstol avisan a los de Roma que Pablo sigue todavía en Ostia. Por ello acuden aún más cristianos romanos para despedir a Pablo, hasta que, por fin, serenada la tempestad, éste puede zarpar de aquel puerto para España. 4. El testimonio de las diversas iglesias de Oriente y de Occidente durante los cinco primeros siglos Ya hemos visto ampliamente el sentir de la iglesia romana. También la iglesia de Siria es del mismo parecer. En cuanto a los Santos Padres, especialmente los griegos, a los que ha– bría que añadir san Jerónimo, tan perfecto conocedor de las Sagradas Escrituras, podrían citarse muchos testimonios. Por ellos se ve que, durante los cinco primeros siglos del cristia– nismo, se tenía como hecho histórico comúnmente reconocido que Pablo viajó de Roma hasta España, para predicar aquí el evangelio de Cristo. Es inútil interpretar esos textos, que contienen afirmacio– nes esporádicas, pero hechas con toda naturalidad y como tratando de cosa de todos conocida, como si se fundaran, no en la realidad histórica, sino en el deseo manifestado por Pablo en el antes estudiado texto de su carta a los Romanos. La forma en que hablan esos Padres es totalmente afirmativa del hecho de la venida. La diversa geografía en que escriben delata que son independientes entre sí, y sería inadmisible pensar que todos ellos dependieran literariamente de Clemente de Roma o del Fragmento de Muratori. Existe, pues, un ver– dadero consenso en todas las iglesias acerca de que Pablo realizó su proyectado viaje. Y esto, durante los casi cinco pri– meros siglos de nuestra era.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz